Entrevista | Xavier Font Fundador de Locomía, que actúa el jueves, en el Atlantic Pride de A Coruña

“En el deporte y el ejército, hay mucho gay, pero no tienen los cojones de afrontar lo que yo afronté”

“Viví el franquismo pero con quince años ya llevaba pendientes y, con 17, iba a la discoteca con una cresta de colores”

Xavier Font.   | // JUAN CARLOS HIDALGO/EFE

Xavier Font. | // JUAN CARLOS HIDALGO/EFE / Gemma Malvido

Locomía actúa este jueves, 6 de julio, a las 22.30 horas, en los jardines de Méndez Núñez. Es uno de los conciertos del festival Atlantic Pride, que se cerrará el domingo, después de ocho días de fiesta, de orgullo y de defensa de los derechos del colectivo LGBTI. El fundador de Locomía, Xavier Font, repasa cómo fueron estos años de música sobre el escenario y también tras él.

Locomía vuelve a los escenarios, pero tras el documental de Movistar sobre la historia de la formación, conocemos más su historia, ¿cómo está siendo este reencuentro con el público?

La gente piensa que hemos estado parados y Locomía siempre se ha ido manteniendo, menos durante la pandemia, que tuvimos que parar, como todos, el grupo no ha dejado de trabajar. El chico que lleva más tiempo ahora en la agrupación es Ricky, que lleva ya catorce años, no es un grupo nuevo, por ejemplo, Manolo [Manuel Arjona], que empezó conmigo toda esta historia, se fue hace tan solo tres años. El grupo se ha ido manteniendo, aunque mucha gente no lo sabe.

Sus canciones y sus actuaciones forman parte del imaginario popular porque eran algo que nunca se había visto en televisión, ¿buscaban esa provocación?

Yo empecé todo esto orgánicamente, Barcelona se me quedó chiquita y me fui a Ibiza, donde entendían más mi forma y tuve la suerte o desgracia de estar muy atento a mi época, entonces, lo que sentía, lo que veía y lo que me apetecía ponerme, que no era una ropa convencional para la época, me la ponía, y empecé a crear una tribu urbana. y mi exrepresentante vio un filón en la música.

En el documental defiende que Locomía es “una historia de amor” más que un grupo de música.

Sí, porque empezó por mí en Ibiza y se fueron acercando otras personas, como Manolo o mi hermano. Empezó con una historia de amor, porque yo no quería dejar a Manolo y se fue convirtiendo en lo que es hoy Locomía.

Vivimos un auge de políticas de extrema derecha que amenazan los derechos del colectivo LGBTI, ¿qué creen que se puede hacer desde el mundo de la cultura y el espectáculo para no retroceder en estos derechos?

Si todo el mundo pensara como yo no tendríamos ningún problema para reivindicar los derechos LGBTI+, porque como yo nunca he estado en el closet [armario] y por eso nunca he tenido que salir. Se tendría que entender que cada persona fuese libre y natural. Los políticos no resuelven nada, es muy triste que, a día de hoy, volvamos para atrás y para atrás, ni para coger impulso. Locomía tiene eso, desde que yo empecé con 19 años y ahora, que voy a cumplir 60, no tengo que reivindicar nada, yo era libre por naturaleza y todo el grupo que se gestó a mi alrededor también lo era. A Manolo le costó mucho, lo dice él en el documental, salir y hacerle entender a la familia que lo suyo no era una enfermedad y, al final, cuando yo fui a hablar con la madre de Manolo, que sigue aún viva y está estupenda, lo entendió. Entendió que éramos personas normales, jóvenes, con ganas de ser felices y de hacer lo que nos apetecía. Si esa mujer lo entendió, ¿por qué no lo puede entender todo el mundo? Si no lo entiende todo el mundo es porque el mundo está mal.

Ahora que llevamos más de cuarenta años de democracia, ¿por qué sigue habiendo cuestiones que no se han superado?

Ya nada está mal visto porque la gente ya ha visto de todo, ya tenemos internet, el mundo está globalizado y hemos entendido que el ser humano es bastante bisexual. Yo no sé por qué la gente lo complica tanto, si es una condición sexual. Hay países como México en los que ahora ya está la cosa más adelantada, pero hace 25 años, cuando llegó Locomía, pensaban que habíamos aterrizado de otro planeta. No es España, ni Europa, que es muy abierta, aunque haya corrientes reaccionarias. Siempre reacciona quien esconde algo en el closet, y no tiene la libertad que yo tuve hace cuarenta años. Es una doble moral.

Ser tan libre y tener la comprensión de su familia no debía ser muy común en aquel momento...

Nada común. Yo viví el franquismo y con quince años, cuando murió Franco, yo ya llevaba pendientes y con 17, iba a la discoteca con una cresta de colores. A mí me daba igual, tiraba para adelante porque tenía el apoyo de mi familia. Yo salía de casa vestido como a mí me daba la gana, pero en mi tribu urbana, antes de irme a Ibiza, había muchos chicos que llevaban la mochila con la ropa que se iban a poner al llegar a la discoteca, yo he tenido el privilegio y la suerte de sentirme libre, porque no me di cuenta de que había gente de que lo estaba pasando muy mal.

¿Sufrió mucho acoso por ser como es y por no ocultarlo?

Nada, nada, salvo mi hermano mayor, que me decía “mariquita” y “sarasa” para fastidiarme y de cachondeo. Además, es que yo nunca he tenido pluma o que se me viese femenino. Soy un hombre, gay, pero un hombre. Como anécdota, en la película que está haciendo Netflix con Atresmedia sobre Locomía, a mí me interpreta Jaime Lorente, que es muy bueno, pero me interpreta acentuando una pluma que yo no tengo. Yo he tenido la fortuna de no haberla tenido, porque los que tenían esa parte más femenina sí que eran los que tanto antes como ahora, estaba más en el centro de atención de los insultos. Yo creo que a los chicos jóvenes, de la edad de mi marido, que tiene 25 años, se pintan, se visten como les da la gana y les da igual. Estamos en un tiempo de no género, las personas estamos abiertas a entender que la condición sexual de uno es de uno y no hay que prejuzgar nada.

No es en todos los ámbitos, en el fútbol, por ejemplo, estamos en 2023 y aún no hay profesionales que se hayan declarado gays.

En el deporte, igual que en el ejército hay mucho gay, lo que pasa es que no tienen los cojones de afrontar lo que yo afronté en aquel momento, que era no darle importancia a mi condición sexual. Cuando llevé a mi primera pareja a mi casa, tenía 17 años. Les dije: “Yo estaba saliendo con la Matilde, que era una chica del pueblo de al lado, y ahora estoy con Paco, que es mi novio”. Esperé a que muriese mi abuela para decirlo y nadie me cuestionó nada.

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