Cuatro décadas de chabolas en la ría de A Coruña

Los expulsados de A Cubela en los ochenta residieron en las ruinas de la Conservera Celta y luego en las de Jabones La Toja hasta que fue posible realojar a todas las familias

Una pala excavadora desmonta las últimas infraviviendas que permanecían en el relleno de A Pasaxe.   | // CARLOS PARDELLAS

Una pala excavadora desmonta las últimas infraviviendas que permanecían en el relleno de A Pasaxe. | // CARLOS PARDELLAS / José Manuel Gutiérrez

El desmantelamiento del poblado chabolista de A Cubela a mediados de los años ochenta para dejar paso a la construcción del centro de El Corte Inglés tuvo consecuencias negativas para A Coruña durante décadas. No solo dio origen a un nuevo asentamiento irregular en Penamoa que años más tarde se convertiría en el principal punto de venta de droga de Galicia, sino también a la instalación de otro grupo de personas en el relleno de la ría de O Burgo que se había creado en A Pasaxe en los años treinta.

El primer lugar donde se ubicaron los desplazados de A Cubela en ese último lugar en 1986 fueron las ruinas de la fábrica Conservera Celta, situadas al pie del puente de A Pasaxe, por lo que quienes circulaban por el mismo podían contemplar sin dificultad a las familias que se hacinaban en aquel lugar y que vivían en condiciones de insalubridad.

Al problema social que suponía la presencia de decenas de personas, entre ellas numerosos niños, en un lugar inadecuado para llevar una vida digna, se sumó el que suponía que muchas de ellas trataban de subsistir mediante la práctica del marisquero de forma furtiva en los bancos de la ría. Eso generó continuos problemas con los mariscadores profesionales y que la Xunta se viese obligada a patrullar de forma continua para acabar con la actividad de los ilegales, quienes no dudaban en extraer moluscos durante las épocas de veda y cuando la ría se cerraba debido al mal estado sanitario de las aguas.

Los intentos por acabar con aquel asentamiento no fructificaron hasta 2006, cuando el propietario del terreno, el empresario Juan Carlos Rodríguez Cebrián, y el Concello promovieron el traslado de la mayor parte de las familias, a las que se realojó en viviendas y se les proporcionaron fondos para iniciar una nueva vida. Pero la salida de los habitantes del poblado no fue completa, ya que una parte de ellos optaron, a pesar de las compensaciones que se les habían entregado, por instalarse a corta distancia, al pie de los restos de la fábrica de jabones La Toja, también en el relleno de A Pasaxe.

En los años siguientes, los diferentes gobiernos locales trabajaron para convencer a las personas allí asentadas para que abandonaran el lugar, para lo que los servicios sociales municipales les dieron asistencia. Durante el mandato de Marea Atlántica se efectuó además la primera limpieza de las toneladas de residuos que se acumularon en la zona, que carecía de recogida de basura y en la que se amontonaban la chatarra y otros objetos que los residentes en el poblado recolectaban.

El peligro que suponían las ruinas de La Toja hizo que en 2017 se demoliesen, ya que algunas de las chabolas estaban adosadas a ellas. En los últimos años los últimos residentes fueron trasladándose a viviendas gracias a la labor de Servicios Sociales, hasta que finalmente tan solo permaneció una familia que se negó a marcharse sin que se le proporcionase una vivienda, a pesar de que el Concello le hizo diferentes propuestas, y que fue la que finalmente fue desalojada este jueves por la Demarcación de Costas.

El organismo estatal aprovechó esa situación para retirar la mayor parte de los desechos que aún quedaban en A Pasaxe y para explanar los terrenos al borde de la ría. Pero a la presencia de la familia que rechazaba dejar el lugar se sumó un nuevo problema, ya que un familiar que había residido allí en el pasado decidió regresar y también reclamó una compensación por abandonar la zona, aunque el Concello no le reconoció ningún derecho.

Los casos de estas dos personas, hermanos entre sí, acabaron en los tribunales, ya que Costas solicitó su desalojo con el fin de poder acometer la regeneración de ese espacio. El pasado octubre, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia autorizó la expulsión de quien había vuelto a A Pasaxe, que decidió instalarse en una casa abandonada al pie del paseo marítimo de la ría pero al otro lado del puente, a solo unos metros del límite con Culleredo.

En enero, el mismo tribunal dio luz verde al desalojo de su hermano, que había decidido continuar con su familia en la infravivienda que habían construido en A Pasaxe pero que ya se encontraba solo allí. En ambos casos se reconoció que las autoridades habían hecho todo lo posible por facilitarles una nueva residencia y que su continuidad en ese lugar era imposible debido a los planes de Costas.

Ninguno de los dos apostó por proseguir su lucha en el Tribunal Supremo, lo que hizo posible que finalmente este jueves la Demarcación de Costas llevase a cabo la demolición de las chabolas que persistían en ese punto. Los trabajos iniciados ahora por ese organismo permitirán la creación de una zona verde y, en el futuro, de una senda peatonal que unirá la playa de Oza con el paseo marítimo de O Burgo.

Un relleno sin fábricas y con una nuevo plan urbanístico

Costas aprobó a principios de este siglo un nuevo deslinde del dominio público marítimo-terrestre que obligará a demoler la mayor parte de las construcciones industriales existentes en la zona ganada al mar, ya que sus concesiones caducaron. El Concello tiene pendiente de aprobación por su parte la nueva ordenación urbanística del borde de la ría entre la playa de Oza y el puente de A Pasaxe, que cuenta con una evaluación ambiental positiva de la Xunta desde el verano de 2022.

El Gobierno local informó ayer que continúa trabajando en la redacción de ese plan, que pretende modificar de forma sustancial las disposiciones del aprobado en 2008, que se incorporó al plan general de 2013. Según ese documento, en esa franja litoral sería posible construir 633 viviendas en nueve zonas que ocuparían una superficie de 92.500 metros cuadrados.

El borrador que dio a conocer el Concello reducía en un 67% la edificabilidad, ya que el número de viviendas sería de 241 y se distribuirían en seis polígonos, mientras que la superficie edificada caería hasta los 32.000 metros cuadrados. Entre los lugares donde desaparecían las construcciones que por ahora permite la normativa urbanística se halla el terreno situado entre el hospital Materno Infantil y la ría. El polígono que en principio se mantendría es el situado tras la playa de Oza.

Suscríbete para seguir leyendo