Metrovacesa impulsa su segundo proyecto en Visma y suma cuatro bloques en el nuevo barrio

Metrovacesa toma la delantera en el desarrollo urbanístico de San Pedro de Visma, donde hay previstas más de tres mil viviendas. Al tiempo que las promotoras propietarias del suelo eligen a la constructora que hará los viales y espacios públicos en la zona, las firmas inmobiliarias dan pasos para levantar sus edificios. La empresa madrileña impulsa su segundo proyecto, con dos bloques de unos doscientos pisos y alturas de entre 9 y 15 alturas. Los suma a las tres torres que quiere levantar ante el Ágora, las más altas del ámbito a pesar de haber rebajado su previsión inicial de plantas.

La promotora —que levantó los Xardíns da Gaitera, construye otra gran promoción en Eirís y es propietaria mayoritaria en As Percebeiras y O Portiño— presentó el pasado mes en el Ayuntamiento una propuesta de ordenación (estudio de detalle) para su segundo grupo de viviendas en Visma. Están pegadas a la tercera ronda, bajo el mirador de San Pedro y antes de la rotonda previa al pavo real. Dispone de un total de 6.000 metros cuadrados de superficie. La edificabilidad es de 21.986 metros cuadrados.

El diseño del proyecto, en forma de L, está condicionado por la pendiente hacia el mirador. Una parte del bloque se dispondría de forma paralela a la tercera ronda, en curva, y la otra parte del bloque lo haría de forma perpendicular. Según el dibujo que quieren aprobar, este último edificio tiene una diferencia de seis alturas de uno a otro lado: (de ocho a 16, con la más parte más baja hacia la tercera ronda). En el proyecto inicial, se pensó en una cubierta inclinada, disponiéndose como una “quinta fachada”, una solución que no satisface a Metrovacesa. En el estudio de detalle apuesta por sustituir dicha techumbre por otra escalonada porque, alega, las viviendas ven mermada su “calidad”. El cambio permite un mayor número de pisos.

Una vez aprobado el estudio de detalle, la empresa tendrá que pedir la licencia antes de empezar a construir. Está pendiente también que se realice la urbanización del polígono, para adecuar los espacios públicos, construir las comunicaciones y dotar al ámbito con servicios necesarias para acoger a la nueva población, como el agua, gas y la luz. Los promotores, que costean las actuaciones proporcionalmente a sus intereses, están en estos momentos eligiendo a la constructora que ejecutará los trabajos, paralelos a la construcción de los inmuebles, según la junta de compensación.

La primera promoción impulsada por la empresa madrileña, con el estudio de detalle también en tramitación, se sitúa en una parcela situada junto al centro Ágora y que da a la calle Jaime Hervada. En ella se preveían levantar tres edificios de un máximo de bajo y 19 alturas, los más elevados, hasta ahora, de la treintena que se contempla construir en San Pedro de Visma.

Pero el estudio de detalle sobre la parcela elaborado por la empresa “reduce la altura” hasta subsuelo, dos bajos y 16 plantas, “lo que supone una minoración significativa del impacto visual en el paisaje”: se pasa a 58 metros de altura de las edificaciones desde la rasante de la calle. A cambio, la parcela, situada en parte sobre el actual aparcamiento, añade un edificio de menor altura para uso terciario, con dos plantas bajas y una altura. Las plantas bajas de cada una de las torres se prolongarán hasta el edificio siguiente para ganar espacio comercial.

Estos edificios eran los más cuestionados por los vecinos. El presidente de la asociación vecinal de O Ventorrillo, José Ángel Souto, señaló que “la gente estaba muy preocupada” por las alturas, y afirmó que “el problema más grave” era que las tres torres son “las más pegadas a los edificios actuales”. El representante de la junta de promotores, Juan Álvarez, replicaba a este diario que “proyectarán muchas más sombras los edificios actuales sobre Visma que viceversa”. Con la rebaja de altura, la promotora defiende que se “mejoran notablemente las condiciones de iluminación del área que rodea las torres, e incluso su relación entre ellas”. El cambio, afirma, “mejora la calidad de vida de los residentes” y “respeta la apariencia y la escala de los edificios circundantes, manteniendo la coherencia arquitectónica.

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