Entrevista | Pamela Rodríguez Cantante peruana afincada en A Coruña, presenta ‘Meigas en directo’

“La sabiduría femenina ha sido castigada con la muerte a través de 2.000 años”

“Tengo un fetiche loco con Galicia. Es una cultura profunda, conectada con la naturaleza”

La cantante y artista Pamela Rodríguez.

La cantante y artista Pamela Rodríguez. / LOC

La cantante peruana afincada en A Coruña Pamela Rodríguez (Lima, 1983), lanza su último trabajo, Meigas en directo, un disco con vocación presencial que salda una deuda con las distancias de la pandemia. Comienza la entrevista con la voz jadeante, tras poner patas arriba su taller del espacio Garra, un lugar de ebullición creativa en el corazón del Orzán.

¿Qué hace ahora mismo?

Arreglo el taller. Estoy preparando una actividad que hemos montado con Anxela Baltar, de Bala, y con Álida Arteaga, una amiga peruana que es una máster en todo lo que es web y posicionamiento digital. Hacemos distintos talleres; hay uno de arte y vino, la gente viene, aprende a pintar, toma su vino y es feliz.

¿Se siente cómoda con la etiqueta de artista multidisciplinar?

No sé si es grosero decirlo, pero me gusta más la de “culo inquieto”.

Se encuentra presentando su último trabajo, Meigas.

Meigas en directo. Es algo que salió de forma espontánea. Es un disco que comencé a hacer en la soledad más profunda, en época de pandemia. Era yo contra la computadora, la computadora conmigo, y así mis colaboradores y colaboradoras, que recibían lo que yo mandaba en la computadora y me la volvían a enviar. Meigas en directo es la manera en la que a mí me hubiera gustado hacer el disco, si no la hubiera hecho en pandemia: en directo, todos juntos, sin mascarilla, viendo madurar como banda las canciones.

Es un disco presencial, en el amplio sentido del término?

Exacto. Son esas ganas que me quedaron de hacer el trabajo en equipo, que afortunadamente ha podido ser con esta banda de ensueño que me he encontrado aquí en A Coruña: Delpi Rumbo, Julián Seijas y Adri. Es la banda que todo el mundo querría tener: son de aquí, de A Coruña.

El disco habla desde su experiencia viviendo en Galicia, de lo que ha encontrado aquí. ¿Cómo le ha impactado creativamente el territorio?

Galicia me ha regalado el derecho a vivir en paz, como el clásico latinoamericano. Viniendo de Lima, de Caracas, donde la vida es tan vulnerable, donde hasta tus pertenencias, tener tu móvil en la mano, es una experiencia vulnerable, lo primero que me ha dado Galicia es esa paz. A mí y a mi familia nos da ese derecho básico de la seguridad y la tranquilidad. Luego, yo, que vengo de Perú, de la Amazonia, de estar en contacto con el mundo andino, afroandino, de haber investigado la profundidad del folclore de mi país, llego a Galicia a un espacio más tranquilo, más verde, y me encuentro con que hay una mística propia. Se fortalece mucho a la mujer en esta composición.

¿Le ha contado cosas diferentes la naturaleza de aquí que la que conocía en Perú?

Sí. Tengo un fetiche loco con Galicia, por muchas cosas en la vida a las que no le he encontrado explicación. Los padres de mis dos hijas son gallegos, uno de Vigo y otro de A Coruña, mi novio es gallego de Pontevedra...

Galicia y Latinoamérica son realidades muy diferentes, pero que siempre han estado muy vinculadas por la cuestión de la emigración. ¿Encuentra estas conexiones culturales o sociales?

Sí. La presencia de las comunidades gallegas es importante. Lo viví más en Venezuela, donde viví casi ocho años. En Argentina también. En Perú no tanto la comunidad gallega, pero la española es predominante. Hay una gran conexión. Este compartir de territorios de ir y venir intergeneracional. Luego, hay este aspecto como de profundidad, de entendimiento del mundo. Creo que la cultura gallega es muy profunda, su sistema, su idioma, esa protección sobria de lo suyo, cautelosa, y muy conectada con la naturaleza y el misticismo. Para mí, define a los gallegos eso de “no creo en las brujas, pero habelas hainas”.

De ahí también el título de su trabajo: las meigas, ese personaje femenino ancestral, perseguido en un momento pero que ahora entendemos como poderoso y ligado a las tradiciones. ¿Cómo se relaciona usted con el concepto?

La bruja, la meiga, la sanadora, han sido perseguidas por las instituciones patriarcales. En el libro Malleus Maleficarum donde se empieza a decir que las mujeres que estaban juntas, que sabían de plantas o de reproducción femenina eran todas brujas. Realmente, la reivindicación de la meiga no está en el orden de jugar a Halloween, sino en el orden de la sabiduría femenina, que ha sido castigada con la muerte a través 2.000 años. No fue en la Edad Media, fue en el Renacimiento también. El mainstream habla de una mujer peligrosa metida en el oscurantismo, cuando nada que ver: era una persona sin hijos, o que no se casaba, o que era vieja. He cumplido 40 años, y es lo típico de pensar... ahora soy una mujer madura, ¿me voy a volver vieja? Vieja no, ¡meiga!.

¿Ve en la meiga una figura universal?

Sí. Lo uno más a la cultura patriarcal, que va un poco con el Estado, la Iglesia, el capitalismo, que a las mujeres se las ha puesto al servicio de la reproducción, los cuidados, y que no se ha respetado como individuo ni su sabiduría ni nada. Había que matar por bruja a la mujer que pensaba, que sentía, que se atrevía a cuestionar las cosas. Sí creo que hay lugares donde se le guarda un respeto a algo que se parece más a una sacerdotisa que a una bruja mala.

Suscríbete para seguir leyendo