La Opinión de A Coruña

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El Dépor empieza a revivir

Óscar Cano se estrena en el banquillo blanquiazul con una victoria convincente frente al Linares en la que no faltó una pizca de sufrimiento - Quiles y Rubén Díez pusieron los goles deportivistas

Los jugadores deportivistas celebran el gol de Rubén Díez, el segundo ayer contra el Linares. | // CARLOS PARDELLAS

Poco a poco, el Deportivo va recuperando el color y dejando atrás la imagen gris y apagada que le acompañó en sus últimos partidos. La victoria de ayer en Riazor ante un Linares que se presentaba invicto y colíder del grupo le devuelve al camino de la victoria con una actuación convincente, aunque no redonda. Aún no está completo este nuevo Dépor de Óscar Cano, pero ayer tuvo lo necesario para amarrar un triunfo que le permite no descolgarse de la parte alta de la clasificación y al mismo tiempo recobrar parte de la autoestima perdida. Fue mejor ante un buen rival y supo sufrir lo justo a partir de una propuesta basada en la pelota con la que recupera sensaciones y abre una nueva etapa.

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Deportivo 2 - 1 Linares Carlos Pardellas

Las miradas estaban sobre el banquillo, pero también apuntaban a unos jugadores a los que el comienzo de la temporada se le había atragantado tanto como al que hasta hace unos días era su entrenador. Necesitaban convencer, casi tanto como un Óscar Cano recién llegado. Estaba por ver hasta qué punto podía meter mano en el equipo el nuevo técnico después de un puñado de entrenamientos, pero fue intervencionista desde la alineación inicial.

Sorprendió con la entrada de Svensson, inédito en lo que iba de temporada en la delantera y también con la ausencia de Villares, pieza imprescindible hasta ahora. Fue prácticamente el único centrocampista que se cayó del once, porque todos los demás formaron como titulares. Álex, Olabe, Soriano y Rubén Díez coincidieron en un equipo con voluntad de asociarse y encontrar a los laterales en los costados.

La fórmula la explotó el Deportivo en un primer tramo de encuentro que controló y en el que consiguió fabricar varias oportunidades. Svensson tendría la primera después de una combinación entre Quiles y Antoñito. Antes del cuarto de hora sería el propio Quiles el que desperdiciaría un remate dentro del área.

Había más movilidad en el equipo blanquiazul, aunque no un ritmo mayor del que acostumbraba con Borja, y conseguía desplegarse con facilidad cuando encontraba futbolistas libres. La precisión, sin embargo, sigue siendo un obstáculo en un equipo que pelea por recuperar la confianza en sí mismo. Aún le falta, y esas dudas las trató de explotar un Linares con la habilidad para amenazar con pocas combinaciones. Frente a la pausa del Dépor, los andaluces pusieron el vértigo. Abeledo llevó el miedo a la grada de Riazor con un disparo ajustado que se marchó rozando el palo izquierdo de la portería de Mackay, de regreso ayer tras su ausencia la semana pasada contra el Rayo Majadahonda.

El Deportivo mandaba, ordenado y con un ritmo de juego pausado, pero necesitaba algo más para amenazar de verdad al Linares. Lo consiguió a través de la agresividad de Svensson, el elemento que permitía a la nómina de centrocampistas y a Quiles moverse por detrás en busca de espacios. Un balón en carrera para el delantero le permitió medirse con los defensas y atraerlos, ansiosos por derribarlo. Aguantó y esperó la llegada de Quiles para filtrar un balón por encima de los rivales hacia su compañero. Parecía que había esperado demasiado, pero la inspiración del jugador onubense le permitió anotar su primer gol de la temporada con un preciso remate cruzado.

Apareció por fin la magia de Quiles, más cómodo sin tener que asumir el papel de referencia en el ataque. Liberado de esa función puede buscar espacios lejos del área para asociarse e incluso colaborar más en defensa. Lo agradece el juego del equipo, que gana claridad arriba y permite que los centrocampistas se acerquen más al área. En una de esas llegó el segundo tanto blanquiazul, con las cercanías de la portería rival muy poblada por jugadores deportivistas. Rubén Díez terminaría marcando después de aprovechar el rechace a un disparo de Svensson.

Seguro con la pelota y con la competitividad necesaria para recuperar el balón con rapidez, no parecía que el partido se le pudiera complicar al Deportivo, y menos que lo fuera a hacer antes del descanso. El equipo, sin embargo, todavía arrastra dudas. Afloraron en una jugada en la que Álex perdió de vista la pelota y le ganaron la espalda a la vez que Pablo Martínez se olvidaba de su marca. Corral reducía distancias y ponía en entredicho la superioridad blanquiazul hasta entonces.

Demostró personalidad el Deportivo a partir de entonces para gestionar la superioridad y no dejarse llevar por los nervios que le estrangularon en otros compromisos en Riazor. Es cierto que ayer consiguió adelantarse en el marcador y evitó que el rival jugase con sus debilidades, pero tuvo el aplomo suficiente para mantener la identidad que pretende implantar Cano.

El Deportivo, por encima de todo, quiere ser protagonista con la pelota y encontrar las relaciones más eficaces entre sus jugadores. Sufrió lo justo y todavía tuvo oportunidades suficientes como para despejar la incertidumbre del marcador y ahorrarse algún que otro sofoco en los minutos finales. Quiles intentaría una vaselina que se quedaría corta y a Soriano le sobraría un paso para rematar en condiciones un centro en el área pequeña tras una jugada por la banda derecha. Aún tendría otra Svensson para coronar un partido muy completo, pero al Deportivo le tocaría defender la ventaja con un oficio que quizá no había demostrado hasta ahora y amarrar una victoria con la que empieza a revivir y recuperar parte de la confianza perdida.

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