1-0 | El Deportivo se endurece y resiste

Doblega a Unionistas con un solitario gol de Barbero en un rechace tras fallar innumerables ocasiones durante todo el partido

El equipo salmantino apenas inquietó

Continúa en la cabeza de la liga

Carlos Miranda

Carlos Miranda

No es fácil aguantar la presión de sostener una racha en la que ya casi ni se acuerda de cuándo fue la última vez que perdió. No es sencillo insistir e insistir cuando llevaba todo el partido fallando lo indecible. Tampoco es coser y cantar cerrar a cal y canto la portería cuando Unionistas es una especie de bestia negra y cuando el fatalismo no le da un respiro en los últimos años. Nada es fácil cuando eres el Dépor en Primera RFEF, pero el grupo de Idiakez pudo con todo eso y más en un partido que había ganarlo y que venció. Ni más ni menos. Si hace una semana demostró hechuras de campeón ante el Cornellà, no fue menos lo que exhibió frente a los salmantinos. El gol de Barbero, en la jugada más rocambolesca de las innumerables ocasiones que tuvo el equipo, es el que hizo la diferencia y le otorgó a los coruñeses la cabeza de la liga una semana más. El pinchazo del Barça B le da tres puntos de ventaja. Arenteirazo. La racha coruñesa es de diez triunfos y dos empates. Ahí es nada.

El Dépor quiso hacer un como decíamos ayer al inicio del duelo. Había pasado una semana desde que bajase el telón del duelo en tierras catalanas y al equipo se le veía con la misma intensidad, sincronización y confianza en sí mismo. Y ahora con una pizca más de fútbol, de capacidad para generar peligro. No es lo mismo Riazor que la Ciudad Deportiva del Espanyol. Es todo más amplio, da más espacio para crear y no se tiene esa sensación de futbolín, de eterna disputa.

La banda derecha fue la principal vía de ataque, aunque las permutas en toda la zona ofensiva eran evidentes y aportaban frescura. Ritmo, claridad, mezclaban muy bien. Esa capacidad del Dépor para ser más dañino se incrementaba con la presencia de David Mella en el once inicial. Davo había cumplido, pero a día de hoy no hay color. No solo con él, con muy pocos extremos de Primera RFEF. Entre el zurdo de la cantera y un espléndido Ximo Navarro y alguna aparición esporádica por esa zona de Villares o Yeremay, Unionistas lo estaba pasando realmente mal. Achicaba, se revolvía, parecía un milagro que no hubiese llegado ya el 1-0. El Dépor era un torrente, pero no encontraba bien el cauce, le faltaba puntería para traducir esa exuberancia y ese fútbol en goles.

Fueron innumerables las oportunidades, los uys que cantó la grada. Villares, Balenziaga, Barbero, Ximo Navarro, Hugo Rama, Yeremay... Todos protagonizaron jugadas de cierto peligro en ese primero acto. A veces el centro llegaba a una zona del área sin rematador o el creador de peligro se enredaba en regates. Pasa de todo y nada bueno.

Unionistas, aunque sufría, iba saliendo indemne. Le fue mejor a partir de la media hora de juego cuando el Deportivo bajó un poco la intensidad de las acometidas antes de las últimas intentonas al filo del descanso. Los charros tuvieron un aliado en el colegiado asturiano Fernández Buergo. Barbero nunca tuvo tantos amigos, nunca quisieron abrazarlo tanto en el área. Hay un penalti indiscutible en el minuto 9 que no fue señalado y más jugadas polémicas que soliviantaron a Riazor. Y no solo pasó con él, también con Pablo Martínez en una acción a balón parado al filo del descanso. Él no veía nada, dejaba seguir y las tarjetas amarillas casi todas eran para los blanquiazules. Lo de siempre en Riazor. Tanto foco es a veces perjudicial cuando toca impartir justicia.

El equipo salmantino movió ya una pieza al descanso. Su idea era que la primera parte no se pareciese en nada a la primera. Seguro que lo único que firmaba era que no se moviese tampoco el marcador. Pero para no sufrir tanto debía cambiar el panorama. De entrada metió en el campo a Rastrojo por Serrano y en los dos primeros minutos ya se asomó por las inmediaciones de la retaguardia blanquiazul. El partido parecía más suelto. Eso sí, los planes de Unionistas no concordaban en nada con lo que tenía pensado el Dépor para estos últimos 45 minutos de juego.

El equipo coruñés encendió, de nuevo, la maquinaria, aunque un tanto al ralentí. Tenía cierta fe, ya no tanta, le empezaba a pesar lo fallado en la primera parte. Debía empezar a crecer a través del juego, del ritmo. Incluso tenía que probar variantes nuevas para mover los marcos del partido, esos en los que Unionistas empezaba a sentirse a gusto. De hecho, Barbero ya salía de su zona y caía a banda para arrastrar defensas y crear espacios. Una de esas acciones generó un saque de banda que fue el preludio al gol.

Las tuvo de todos los colores Barbero. Todas fueron más fáciles y menos improvisadas que la jugada que dio la fortuna. La pelota llegó a los pies de José Ángel quien probó desde la frontal. Su disparo era inocente y el ariete almeriense quiso controlar la pelota, pero en vez de domarla, la envenenó camino de la red, imposible para Iván Martínez. Minuto 62, 1-0 para alivio de Riazor.

El tanto supuso que el Dépor volvió a su versión de la primera parte. Era incontenible, no se cansaba de fallar. Pólvora mojada para regalar. Tuvo otra Barbero, esta más sencilla que el gol, Yeremay hizo magia en la banda izquierda y en la derecha y por todas partes, Ximo tuvo una volea golosa, Villares rondó en otras dos jugadas, Davo tiró al muñeco... No llegaban los dedos de una mano, escaseaban los de las dos para contarlas.

El único problema del Dépor era el 1-0 y las dudas inevitables que pueden entrar al estar a merced de una desgracia o de una jugada aislada. Cada acercamiento, aunque en realidad fuesen inofensivos, se presentía como el inicio del Armaggedon. Nada pasó, solo en la mente de todo deportivista. Unionistas hasta tuvo dos faltas laterales en el descuento. El Dépor tenía controlado el partido. Estos duelos también hay que ganarlos.