Opinión

Un descafeinado

¿A qué edad se llega al descafeinado? El otro día en una cafetería puse el oído para ver qué pedían en las mesas cercanas. El porcentaje de descafeinados fue considerable. No estaba tomando café en un asilo, se trataba de una cafetería céntrica, transitada, de oficinistas, currelas, amas de casa, turistas y estudiantes, propensa a la algarabía, de castiza decoración y en la que conviven las tostas de pan integral con aguacate y los molletes con manteca colorá. Y los churros. No sé si madurar es comprender que hay que alternar la cafeína con el descafeinado, si la gente está concienciada respecto a su tensión arterial o si total, saben igual, pues mejor descafeinado.

El descafeinado vascula entre ser un talante y una prescripción médica. Si fuera sociólogo diría que es un reflejo de la sociedad descafeinada, donde el sucedáneo equivale a lo genuino. Como no lo soy, doy otro sorbo. Igual cambio de cafetería o me abono también al descafeinado. El gran misterio es esa gente que tiene una energía como para conquistar el mundo ya a las seis de la mañana y que toma descafeinado. El café acelera el ánimo y da energía, aunque tal vez sea mejor para todos que media sociedad esté un poco amuermada con su descafeinadito. A mí me gusta empezar con un café cargado y a media mañana tomar un descafeinado. Un cortadito después de comer corona la jornada cafetera. El café se lleva bien con los diminutivos, lo hacen más atractivo: un cafelito. Nunca café después de las seis, no vaya a ser que me quite el insomnio. Si a usted no le interesan mis hábitos cafeteros y está leyendo este artículo siempre puede emplear mejor el tiempo pensando en los suyos. Quiero decir, en sus cafés, no en su familia. Tal vez su familia sea más de té.

En un partido de cafeteros contra partidarios del té no sabemos si sería considerada doping la cafeina o el descafeinado. Los descafeinadistas se dividen entre los que militan en el de sobre y los que lo prefieren de máquina. Los primeros han de ser hábiles sobremanera. No hay recipiente que conteniendo café se abra como Dios manda. O sea, bien y a la primera y sin esparcir. Viene el camarero: disfrute y pida otra ronda. Con la leche templadita, que no estamos para radicalismos.

Suscríbete para seguir leyendo