Opinión | 360 grados

La obsesión de Zelenski

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, parece obsesionado con volar el puente de Crimea, idea inducida, según algunos analistas, por la que fue su gran valedora en el Departamento de Estado, Victoria Nuland. La destrucción de ese puente sobre el estrecho de Kerch, que conecta el mar Negro con el mar de Azov, tendría en cualquier caso un valor más simbólico que logístico.

Existe también una conexión por ferrocarril entre Rusia y la península de Crimea, la cual formaba parte de Ucrania antes de su incorporación, tras un referéndum, a la Federación Rusa. Referéndum que nunca reconocieron ni Kiev ni Occidente, pero que Moscú justifica comparándolo con el que permitió a Kosovo segregarse de Serbia.

La aprobación en el último momento y con la tácita connivencia del republicano Donald Trump de un paquete de ayuda a Ucrania por 61.000 millones de dólares podría ayudar militarmente a Kiev en una fase especialmente difícil de la guerra. Es en cualquier caso un paquete con trampa porque solo aproximadamente un tercio de ese dinero irá a Ucrania: el resto servirá para reponer en los arsenales de EEUU el material bélico ya enviado: es decir, para la industria de armamento norteamericana.

Rusia, que avanza lentamente en el frente, ocupando cada vez más territorio ucraniano, se prepara mientras para las nuevas armas que Occidente suministre al país vecino. Entre ellas están los misiles balísticos ATCMCS, fabricados por el gigante de armamento estadounidense Lockheed Martin, utilizados en el nuevo ataque de la pasada semana contra el puente de Crimea, pero que pudieron ser interceptados por los rusos. Están también los cazas polivalentes F-16, que el propio Zelenski lleva tiempo reclamando a EEUU, y otro material de guerra como los lanzacohetes MLRS o los HIMARS, desarrollados también por Lockheed Martin y utilizados profusamente contra las fuerzas rusas. La preocupación de algunos en Occidente es que Ucrania utilice el nuevo armamento para atacar, como ha hecho ya antes, objetivos en territorio de la propia Federación Rusa y no en el ilegalmente ocupado.

Ese es el principal motivo por el que el canciller federal alemán, Olaf Scholz, se ha resistido hasta ahora a suministrar a Kiev, como le piden desde la oposición hasta sus socios de Gobierno —verdes y liberales— los misiles de alcance medio Taurus, que tienen un alcance de 500 kilómetros. Mientras tanto, la propia prensa norteamericana habla de que el Ejército ucraniano encuentra cada vez más dificultades para reclutar a quienes enviar al frente. Incluso se informa de unidades que se han negado a obedecer órdenes así como de un número creciente de deserciones en filas ucranianas. Y son cada vez menos los militares ucranianos que acuden a los cursos de formación de la OTAN en Alemania y otros países aliados.

Mientras tanto, el Gobierno de Kiev ha amenazado últimamente con no renovar los pasaportes a quienes, estando en el extranjero, no se presenten al ser llamados a filas. Es un signo más de desesperación.