Sin rastro desde 2021

Remedios, la voz flamenca de los Salazar, desaparecida en Asturias: "Si algún día no estoy, habrá sido él"

·       A la mujer, de 41 años, se le perdió el rastro tras salir a dar un paseo con su pareja. Él sí regresó

·       "No se fue, le hicieron algo. Tenía miedo, me lo dijo antes de desaparecer", lamenta su hermana Violeta

Remedios Salazar, desaparecida el 11 de noviembre de 2021 en Asturias.

Remedios Salazar, desaparecida el 11 de noviembre de 2021 en Asturias. / CASO ABIERTO

Tamara Morillo

Tamara Morillo

Sin noticias. Sin respuestas. Sin rastro. En casa de los Salazar, desde hace años que el flamenco duele, no alegra. Falta Remedios -palmeo, cante y baile-, la cuarta de ocho hermanos: Remedios Salazar.

Ojos verdes, pelo negro, rizado, y piel canela, 41 años. Madre, también abuela; habló con su familia por última vez el 11 de noviembre de 2014. "Dijo que iba a dar una vuelta con su pareja", cuenta a CASO ABIERTO, portal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica, su hermana Violeta. No han vuelto a verla. Aquel día desapareció.

Durante días esperaron su regreso, su llamada. Remedios no volvía, no llamaba. La Policía Nacional activó la alerta: "Si hay algo nuevo, les avisamos, nos dijeron". Hasta la fecha. "Nunca nos han dicho más".

Cerca de un centenar de personas -todos familia- recorrieron Langreo (Asturias) con la foto de Remedios. "No estaba por ningún lado", recuerda su hermana. Desde hace casi siete años luchan contra la impotencia. Sin indicios, sin pruebas, sin ella. "Estamos destrozados. Remedios marchó a dar una vuelta... y no volvimos a verla más".

"La maltrataba"

"Creo, y que Dios me perdone si me equivoco, que ha sido él", afirma Violeta. La mayor de los Salazar se refiere a la pareja de la desaparecida. "Mi hermana era una persona muy familiar. No había día que no nos juntáramos", retrocede. En casa son todos una piña; ella era alma, voz y motor. "Era la primera en estar si había una fiesta. La primera en celebrar", recuerda Violeta. Amante del flamenco, "Remedios bailaba, cantaba....". Lo respiraba por los cuatros costaós.

Remedios no tenía trabajo fijo ni motivos para irse. Su rutina era sencilla: estar con su hija, sus nietos. Madre de una joven y abuela de dos, "vivía pegada a su familia, era su pasión". Inició una relación con un hombre: "llevarían seis meses, o quizá algo más, pero no llegaba al año", explica Violeta. Empezaron los problemas: "Ella me dijo que la maltrataba, que a veces discutían… y yo le decía: ¡Ay! hermana, no te veo bien. En una de esas, la dejé de ver".

Cartel con la alerta por la difusión de la desaparición de Remedios Salazar.

Cartel con la alerta por la difusión de la desaparición de Remedios Salazar. / CASO ABIERTO

"Remedios me comentó que él bebía, y era adicto a otras sustancias. Se ponía agresivo…", sostiene la mujer. "Antes de desaparecer me dijo: 'hermana, estoy segura de que algo me va a pasar'. Si algún día me pasa algo, si desaparezco… me lo ha hecho él".

Violeta le aconsejó que se marchara: "¿Por qué no lo dejas? Remedios me contestó: 'porque no me deja'. Le dije que le denunciábamos, que yo iba con ella, pero respondió que no, que tenía miedo, pero que estuviera tranquila, que lo iba a dejar".

Perros en la puerta

"Me voy a dar una vuelta", es lo último que dijo. Remedios no regresaba. Nunca regresó. "Desapareció Remedios y lo hizo también él. Este hombre nunca más nos dijo nada". Los Salazar fueron a su puerta: "no nos dejó entrar". Lo intentaron en varias ocasiones. Le preguntaron, le rogaron. No sirvió. "No ha vuelto a decirnos nada y no nos deja ir a su casa".

La familia de Remedios se reunió para ir a pedirle cuentas. "Para ver la manera de hablarle, para poder coger sus cosas, preguntarle, comprobar si estaba mi hermana…", explica la mujer. Él, asegura, se cerró en banda. "No ayuda y pone impedimentos, tiene perros que se nos tiran si nos acercamos a su puerta".

Sin respuesta, con señal

Durante los primeros días, sin poder hablar con él, intentaron hacerlo con ella. "Su teléfono estaba encendido", descubrió Violeta, "pero ella no aparecía... No respondía a la llamada... Yo llamaba y llamaba… y no lo cogía nadie, pero daba señal".

El teléfono estuvo encendido mucho tiempo, recuerda Violeta. "Creo que lo mantuvieron en funcionamiento para decir que la marcha era voluntaria… Sé que ella no vio ninguna de esas llamadas".

Sin flamenco en Navidad

La mente de Violeta se instala en las primeras semanas y transita hasta el hoy: "es tan cruel que lo estamos viviendo...". El recuerdo no cesa, viene y va. "Los días pasaron y llegó Navidad. Nos pareció raro que no estuviera, que no llamara. Remedios era la primera en estar. Nos unía a todos... En Reyes, tampoco apareció. Imposible, con sus nietos... y encima era su cumpleaños", retrocede de nuevo, rota, la mujer. Ya han vivido dos navidades sin ella. "Tengo claro que algo pasó, porque mi hermana sola no se marcha". En casa de los Salazar, el flamenco nunca ha sonado igual.

Activada la alerta, un centenar de familiares de Remedios batieron las calles: "somos una familia grande". Intentaron reconstruir sus pasos. "Hemos ido a todos los sitios que solía ir y no hay rastro de ella". Imprimieron su foto y preguntaron a los vecinos de Langreo (Asturias), "nadie sabe nada".

Preguntaron sin descanso, sin filtro. "Hemos llamado a hospitales, cárceles, casas de acogida… todo lo que se nos ha ocurrido". Han mirado en solares, entre arbustos, terrenos y en descampados. La batida familiar, intensa, duró cerca de un año. "Hasta que mi padre enfermó", explica Violeta. Francisco Salazar, el bisabuelo, combate la enfermedad buscando a su hija: "lleva nueve operaciones, la última, hace dos meses, ha sido la peor. Se junta todo y no tenemos fuerza".

"La mató"

Violeta, siete años después, es la voz de la búsqueda, la portavoz de los Salazar. "Siento y sé que mi hermana no está viva y descarto -descartamos- totalmente la marcha voluntaria", explica, casi sin voz: "la mató, la metió en algún lado e hizo algo para que no la encontremos. La mató... él mató a mi hermana". De profesión incierta, la mujer tiene pocos datos que pueda ofrecer de quien, desde hace meses, fuera pareja de Remedios. "No sé si la policía lo ha llegado a investigar, pero no tengo duda, está implicado en la desaparición de mi hermana".

No hay día que no la llore, la busque, la piense. "Hablo con ella en sueños desde que desapareció. Esto es un infierno, no podemos más", lamenta Violeta. "Necesito encontrarla, como sea, viva o muerta, pero saber qué pasó".

La mujer, cansada, coge aire y lanza un ruego: " Solo puedo agradecer con corazón, con alma… que si alguien sabe algo, por favor nos ayude". Lanza un mensaje a los agentes, encargados del caso, también: "por favor, no dejen de buscar".

Remedios Salazar mide 1,55. Complexión delgada. Ojos verdes. Cabello ondulado, largo y piel morena. Su familia la busca desde hace dos años. Ruegan su colaboración.