Entrevista | Ángeles Penas Truque Directora del Museo de Belas Artes de A Coruña desde 1994

“Recibir los fondos de Luis Seoane fue como ganar la lotería”

Ángeles Penas, directora del Museo de Belas Artes.   | // CARLOS PARDELLAS

Ángeles Penas, directora del Museo de Belas Artes. | // CARLOS PARDELLAS / Enrique Carballo

Usted comienza como directora del Museo de Belas Artes hace casi tres décadas, con el cambio a las actuales instalaciones. ¿Cómo fueron esos años?

Hay un cambio en las colecciones. A finales de siglo, cuando ya estaba iniciado el proyecto de que el museo perteneciera al Estado y en tránsito el proyecto arquitectónico del actual edificio, aparece la cuestión de una importante donación de Maruja Seoane [que transferirá al museo 40 óleos y 223 estampas de su fallecido marido, el pintor Luis Seoane]. Esto permite que el museo tenga una representación del arte gallego de una forma presencial. Y son depósitos, no son préstamos, pertenecen al museo. Eso le da un ámbito de reconocimiento dentro de la comunidad autónoma, y es un punto de inicio a partir del cual nosotros podemos crecer, complementar toda nuestra colección y darle una lectura coherente a todo eso.

¿Cómo era la situación de los fondos antes de eso?

Teníamos unos fondos de pintura antigua, pero los de la gallega eran escasos, y para nosotros era clave lograrlos. La llegada de los de Maruja Seaone, que dona la obra de Luis Seoane tras su muerte, fue como ganar la lotería. Supuso el aumento del patrimonio, pero también tener presencia. Ahora teníamos una colección que no tenía nadie. Y también nos permitía establecer una narrativa, que es lo que importa en un museo.

¿A qué se refiere?

En un museo están las obras, pero a estas se les da una lectura dentro de un espacio. Esa es la mayor función del museo: ser capaces de exponer y difundir el conocimiento implícito en las obras, y que establezca un relato.

¿Y cuál es el relato que han creado en Belas Artes?

El de la pintura gallega, desde que se origina, a finales del siglo XIX hasta la actualidad, algo que pretendemos seguir continuando con nuevos fondos. Y, a la vez, supone tener una presencia del exilio, la emigración, con pintores que triunfaron fuera, pero que siempre tuvieron la memoria de Galicia. Eso es muy importante, y está representando en el museo: todo lo que fue el exilio en Sudamérica con todos esos pintores, Souto, Maside, las relaciones que hubo entre ellos, la relación con Isaac Díaz Pardo… Esto se plasma con una visión cronológica de los fondos, con pintura, escultura y algo de artes decorativas. También hay una importantísima colección de grabado, con Goya, y una importante colección de cerámica de Sargadelos que se había adquirido unos años antes de inaugurar aquí.

¿Y cómo se estructuran los fondos diferentes a la pintura gallega?

Partimos de la pintura del siglo XVI, hasta el siglo XX, con actividades que pretenden conjugar lo antiguo con lo actual. Goya tiene su propio espacio, y la cerámica también. Nos parecía coherente, porque así permite establecer las diferentes secciones. Goya tiene ahora un montaje muy antiguo, y de cara al centenario estamos elaborando un nuevo proyecto que se inaugurará en septiembre.

¿A qué otros fines aspiran con este centenario?

Seguir proyectando el museo de cara a la sociedad. El público y su participación es fundamental, como lo es la comunicación con el público, tanto presencial como online, pues hoy en día podemos llegar a él con las nuevas tecnologías. Lo que pretendemos es que la sociedad nos conozca, que disfrute con lo que aquí existe. Tenemos un patrimonio propio, que nos aporta muchísimo conocimiento, así como muchísimo deleite y disfrute.

¿Qué puede aportar un museo a los visitantes?

Las obras precisan documentación, investigación, conservación… Pero a veces también empatía. Mucha gente se encuentra aquí con imágenes que sirven de inspiración para muchas cosas.

Llevan desde hace 27 años en sus instalaciones de Zalaeta, las primeras propiamente del museo, diseñadas por Gallego Jorreto y Premio Nacional de Arquitectura. ¿Qué supuso este nuevo espacio y cómo ha pasado el tiempo por él?

El hecho de tener un museo de nueva planta supone en primer lugar incrementar el patrimonio. Es un marco arquitectónico fabuloso, aunque hayan pasado treinta años funciona perfectamente, tiene una visión de futuro y es muy flexible. Y el espacio arquitectónico permite cerrar un tiempo, detenerlo.

¿De cara a las exposiciones?

Hay patrimonio que pertenece a los siglos XVII y XVIII y a través de un espacio temporal contemporáneo se ayuda a conocer otro tiempo, con unas pausas que establecemos en la exposición pero que tú escoges. Esa sensación, ese conjugar el pasado por el presente, creo que es la esencia del museo del futuro. Conocer nuestro pasado nos va a permitir reflexionar sobre el presente y crear de cara al futuro. En Galicia hay un potencial impresionante, es fundamental contar con profesionales, y tengo la suerte de tener un equipo magnífico de compañeros. El museo es una institución compleja, que ha pasado por muchas fases pero que aquí está y cada vez tiene más atractivos. Es una entidad viva y dinámica.

Después de casi tres décadas al frente del museo, ¿cuál cree que fue el mayor reto?

El de traerlo a estas instalaciones y ponerlo a funcionar. También conseguir exposiciones temporales, lograr una mayor representación del museo, establecer relaciones institucionales importantes, traer a investigadores de peso, organizar ciclos de conferencias, organizar una proyección en la que la sociedad se sienta partícipe... Hemos hecho talleres, conferencias, incluido otras disciplinas como la música o danza. Tenemos un laboratorio de restauración importante, realizamos documentación...

¿Qué pediría de cara al futuro?

Que esto continuase con más medios. Aspiramos a adquirir presencia y visibilidad en el ámbito museístico y a que el museo sea reconocido como institución cultural de prestigio al servicio de la sociedad, comprometida con todo tipo de público: accesible, dinámica e integradora.

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