Entrevista | Roberto González-Monjas Nuevo director titular de la Orquesta Sinfónica de Galicia, con la que se estrena esta noche en un concierto en la plaza de María Pita

“El concierto de María Pita es una forma de mostrar lo que es la música clásica y que no da miedo”

Roberto González-Monjas, ayer, sobre el escenario de la plaza de María Pita.   | // VÍCTOR ECHAVE

Roberto González-Monjas, ayer, sobre el escenario de la plaza de María Pita. | // VÍCTOR ECHAVE / Ana Carro

Roberto González-Monjas (Valladolid, 1988) inicia hoy, a las 21.00 horas, en la plaza de María Pita una nueva etapa como director titular de la Orquesta Sinfónica de Galicia. La formación interpretará el Capricho español, op. 34 de Nikolai Rimski-Kórsakov y Cuadros de una exposición, de Modest Músorgski.

¿Cómo vive uno el último ensayo antes de debutar como titular de la Orquesta Sinfónica de Galicia?

Con mucho viento (ríe). Pero muy bien, muy contento y con muchas ganas. Yo ya he estado en María Pita, ya he tocado, de hecho, con la orquesta aquí hace muchos años. El formato me lo conozco, sé lo importante que es este concierto para la orquesta y también para el público coruñés, pero claro, me toca a mí dirigirlo, así que con mucha emoción y con muchas ganas. Es un modo también de agradecer al público coruñés y de hacerles un regalo musical. Y estamos muy contentos de poder, además, presentar este programa y presentarnos como constelación nueva.

Ha dirigido a la OSG en diferentes ocasiones, pero esta será la primera como titular. ¿Es más especial?

Sí, porque esto ya sí que es el inicio de verdad de nuestra andadura como orquesta y director titular. No creo que hubiera un momento mejor o un formato mejor para iniciarlo, porque es celebrando con la familia de A Coruña, imagínate.

¿Le gusta salir de los recintos, en este caso del Palacio de la Ópera?

Sí, me parece importante, sobre todo en verano. La orquesta es un tesoro que está en su cofre, que es el Palacio de la Ópera, aunque el cofre se nos esté cayendo un poquito, pero es muy importante salir y dar a conocer ese tesoro también. Hay mucha gente que nos acompaña en ese viaje, pero yo creo que una oportunidad así, como la de este sábado, pues es también una forma de mostrarle al mundo lo que es la música clásica, lo importante que es y que no da miedo. Estas obras a uno le llenan el alma de cosas bonitas y pueden ver que, a lo mejor, merece la pena también venir al Palacio de la Ópera y escucharnos después en directo.

Es una agrupación consolidada pero, ¿cree que todavía hay capacidad de atraer a más público?

Sí. Pero yo creo que es normal, no todo el mundo tiene la tradición o la costumbre de ir a conciertos. Yo, por ejemplo, tampoco hago cosas que otra gente hace a diario, pero me parece muy importante probarlo. De igual manera que uno va a ver deporte o va de compras o se va al cine, los conciertos y la música clásica para mucha gente se convierten en casi una terapia, en un modo de desconectar, de compartir una experiencia cultural bonita e interesante que, además, nos habla a todos sin necesidad de lenguaje. La música transforma, la música cambia, la música mejora la vida de la gente y yo creo que por eso es muy importante hacer este tipo de proyectos también para que la gente lo sienta en directo y lo vea, y le den ganas de más.

Es un director muy joven, de 35 años, ¿eso también marca una nueva etapa y una forma de llevar la música clásica a nuevas generaciones?

Esperemos. De todas maneras, yo creo que lo más importante para todas las edades es entender que en la música hay algo para todos. Es verdad que los jóvenes, además, tienen muchísimos estímulos ahora mismo. Es muy difícil elegir qué hacer ya solamente con todo lo que hay en Instagram y en Netflix y en todo eso. Yo creo que la música hay que vivirla en directo, por mucho que uno la escuche en su teléfono, ya sea Rosalía, la Sinfónica de Galicia o Coldplay, sea quien sea, la experiencia del concierto en directo es otra cosa. Y lo bueno de la Sinfónica es que no es una vez cada tres años y una entrada que cuesta unos 600 euros para ver a Taylor Swift ahí que parece una hormiga, sino que la orquesta toca cada semana y con conciertos, además, de colores y de sabores diferentes. Hay que saber que eso está y probar y a ver si a uno le gusta.

¿Cómo es el repertorio de esta noche?

Son fuegos artificiales, es una especie de exaltación de la Orquesta. Todos los músicos tienen algo especial que decir, son dos obras muy virtuosas. Son buenísimas, porque es no son demasiado largas, son divertidísimas, explosivas, llenas de color. Yo por eso las he elegido, yo creo que probablemente no haya mejor repertorio que hacer para un concierto así.

Durante esta temporada dirigirá también a otras dos orquestas. ¿Cómo lo gestiona?

Con un buen planning, viajando mucho y con mucha disciplina. De igual manera que mucha gente viaja por trabajo y está todo el rato por el mundo, pues a mí me toca igual. Eso sí, hay que ser devoto a la Orquesta, hay que venir preparado, hay que venir con energía y hay que entregarse a la orquesta que uno tiene. En este caso, además, tengo muchísimas ganas de hacerlo porque me encanta trabajar con la Sinfónica de Galicia.

No le voy a preguntar cuál es su favorita, pero entiendo que la OSG es muy especial para usted.

Claro que sí, la conexión con la Sinfónica es muy emotiva. Yo llevo viniendo a A Coruña desde que tenía 14 o 15 años, entonces no es solamente una orquesta a la que yo admire, sino que es una orquesta a la que quiero mucho, que realmente ha significado muchísimo para mi vida como músico. Sinceramente, es difícil describirlo. Saber que los próximos años vamos a estar juntos y trabajar juntos es muy bonito, la verdad es que muy emotivo.

De la Orquesta Joven a director de la OSG. ¿Es consciente de que puede ser un referente para otros músicos?

Ojalá. Yo también he tenido referentes que salieron de donde yo salía y llegaron a sitios determinados. Además, me parece muy importante trabajar con los jóvenes y pasarles lo que yo he aprendido. Es importante hacer escuela y estar tanto agradecido como orgulloso de lo que uno ha tenido en una institución como la Sinfónica de Galicia para después pasárselo a los otros.

¿Qué asignaturas pendientes hay? Hablaba de que el “cofre” se está cayendo.

Sí, uno de los retos fundamentales para nosotros es el Palacio de la Ópera. Por desgracia, estamos trabajando en condiciones en las que muchas otras orquestas del mundo no trabajarían. Y yo creo que una orquesta como la Sinfónica de Galicia se merece las mejores condiciones posibles para poder trabajar. Eso significa una buena acústica, buenos camerinos, buenas salas de estudio, es decir, un sitio donde la gente quiera ir a trabajar y no esté trabajando en contra del edificio. Y eso, por ejemplo, es una cosa que a mí me parece que tenemos que solventar con la ciudad y con las personas responsables. Tenemos que buscar la manera de solucionarlo porque sería un 50 o incluso un 100% más de energía, de motivación y de calidad para una orquesta que se lo merece.

¿Es cuestión de financiación?

En este caso me temo que sí, pero yo creo que los recursos los hay y también es ponerse, es juntar los cerebros de la gente muy valiosa, de la política, de la gente encargada y crear algo especial. Me gustaría estar entre las personas que busquen una solución a eso.

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