Javier Gutiérrez | Actor, protagoniza ‘El traje’ en el teatro Rosalía

“El teatro me ancla, la comunión con el público me hace pisar tierra firme”

“El drama de ‘El traje’ hay que vestirlo de humor negro, si no, sería insoportable”

Javier Gutiérrez en una foto promocional de ‘El traje’.   | // SERGIO PARRA

Javier Gutiérrez en una foto promocional de ‘El traje’. | // SERGIO PARRA

En una habitación trasera de unos grandes almacenes un vigilante de seguridad interroga a un hombre que ha tenido algo que ver en un accidente cuando los clientes han entrado en masa en el primer día de rebajas. Este es el escenario y la situación que plantea El traje, una obra de Juan Cavestany (Vergüenza, Vota Juan) que ayer y hoy representan en el teatro Rosalía Javier Gutiérrez y Luis Bermejo. El actor ferrolano, atareado en cine, televisión y teatro, habla de la mezcla de géneros de la obra, su faceta sobre las tablas, retos profesionales y fútbol gallego.

¿Cuánto de real, irreal o surreal hay en El traje?

Hay mucho de surrealismo y de humor negro, muy marca de la casa de Juan Cavestany, pero hay mucha realidad, una radiografía de la sociedad, y no solo la española, con dos náufragos a la deriva que intentan salir a flote como sea. El espectáculo hace que los actores practiquemos el funambulismo interpretativo, porque sin solución de continuidad pasamos del drama a la comedia y de la comedia al thriller. Ese drama hay que vestirlo de humor negro, si no sería insoportable.

Es decir, uno se ríe pero sale dolido del teatro.

Creo que el poso que deja el espectáculo tiene mucho de desazón y angustia vital, a pesar del divertimiento por parte del espectador. Si reflexionas sobre lo que has visto, la mirada no es nada compasiva y tiene que ver con la soledad y la deshumanización de la sociedad que estamos construyendo. No intentamos aleccionar a nadie, simplemente plantear preguntas, y habrá espectadores que ni siquiera vean eso en la función. Si quieres indagar más, entonces te quedarás pensando en lo solos que estamos, necesitados de que nos den un abrazo.

Usted produce y Cavestany, con quien ha trabajado bastante, dirige. ¿Actor y directores ideales?

Produzco junto a Mónica Regueiro y Carles Roca. La idea de hacer una obra sobre corrupción surgió hace diez años. Buscamos a Juan para un texto en clave de comedia porque es el adecuado para meterse en el asunto y hacerlo divertido.

¿Qué saca Juan de usted, a quien dibujó como un personaje miserable en la serie Vergüenza?

Creo que yo le hago más gamberro. La escritura de Juan es demoledora para los que la interpretamos y para el público, y un claro ejemplo es Vergüenza. Con él he llegado a lugares muy oscuros del alma humana, y eso tiene que ver con su universo. En mi caso, me he comprometido mucho con sus textos: una vez que entras en ese universo suyo tienes que llegar hasta el final.

El valor de un actor se manifiesta muchas veces en los duelos con otros actores. ¿En El traje le ha exigido mucho Luis Bermejo?

Nos compenetramos muy bien. Luis es un actor que te coloca tres peldaños por encima de lo que sueles estar. Te plantea una exigencia constante simplemente con estar en el escenario. Es un gran actor de nuestro país. Para quien no lo conozca se llevará una sorpresa.

Le vemos en dos o tres películas al año, en series de televisión, y tiene tiempo para hacer teatro. ¿Es un refugio el teatro, entre tanto trabajo?

El teatro me ancla, me hace pisar tierra firme. Para mí es importantísimo el encuentro y la comunión con el público, que no se da en un set de rodaje. Una vez que se levanta el telón el actor es dueño y señor del proceso creativo, algo que no ocurre en una película o una serie.

¿Es, por tanto, más exigente ser actor de teatro?

No es tanto eso, me merece el mismo respeto el público que está en una sala de cine o en su salón que el que está en el patio de butacas. Aunque la responsabilidad y el nivel de exigencia son los mismos, dista mucho hacer un espectáculo en vivo y en directo que estar delante de la una cámara.

Hace diez años, cuando La isla mínima y el reconocimiento que supuso para usted, ¿pensaba que eso le iba a mantener tan ocupado en los años siguientes?

Estoy ocupado, no desbordado. Puede que en aquella época estuviera tan ocupado o más que ahora, pero no había dado un salto cualitativo o mis trabajos no tenían tanta visibilidad ni repercusión o prestigio. En ese sentido, creo que he sido un privilegiado por no haber parado de trabajar en diferentes medios.

En todos los medios, ¿aún se plantea desafíos nuevos?

Por supuesto. Me gustaría dirigir algún día un espectáculo de teatro, en un futuro próximo; no tanto dirigir cine, que es una batalla a la que no estoy llamado. Más allá de eso que me pide el cuerpo, como actor estoy abierto a seguir creciendo, y eso tiene que ver con el riesgo que yo asumo en cada proyecto, tanto en lo que produzco en teatro como en aquello en donde me ven adecuado los directores y productores.

¿Y en A Malata o en Riazor le veremos la próxima temporada?

[Risas] En A Malata he estado muchas veces, en Riazor ¡por qué no! Los derbis Racing-Dépor se viven con pasión, por lo menos en Ferrol, y no vamos a ocultar la gran rivalidad que hay. Es muy sano que los dos estén en la misma categoría. Mientras no ascienda el Racing a Primera, que se pelee con el Dépor para quedar mejor clasificado.