Atletismo

De A Coruña a Boston para un reto ‘major’ en el maratón

Raúl Muñoz, Rubén Casales y Carlos Lodeiro participan el lunes en la cita de la capital de Massachusetts en el décimo aniversario del atentado

Raúl Muñoz, Rubén Casales y Carlos Lodeiro entrenando por el paseo marítimo. |  // IAGO LÓPEZ

Raúl Muñoz, Rubén Casales y Carlos Lodeiro entrenando por el paseo marítimo. | // IAGO LÓPEZ / María Varela

Raúl Muñoz, Rubén Casales y Carlos Lodeiro se conocieron en el ámbito laboral, trasladaron esa relación a la esfera personal y acabaron convertidos en compañeros inseparables en lo deportivo. El atletismo fue su nexo de unión. Más en concreto, los maratones y el reto de completar los seis major: Nueva York, Chicago, Boston, Berlín, Londres y Tokio. Eso les llevará a ser el lunes tres de los 30.000 corredores que por el Patriots Day, como manda la tradición, tomarán la salida del maratón de Boston, uno de los más especiales de sus 127 ediciones porque se cumplen diez años del atentado en la línea de meta que causó tres víctimas mortales y casi 300 heridos.

Iván Pazo, entrando en meta del maratón de Boston en 2013. |  // L. O.

Iván Pazo, entrando en meta del maratón de Boston en 2013. | // L. O. / María Varela

Lodeiro es el más experimentado. De hecho, si termina los 42 kilómetros y 195 metros de Boston, solo le quedará Tokio para completar los seis major. Ya corrió por las calles de Nueva York, Chicago, Berlín y Londres. Sus compañeros tienen que ponerse al día para unirse el próximo año a él para el viaje planificado a Japón. Pero antes disfrutarán de esta experiencia. “Yo llevo haciendo deporte toda la vida. Primero fue el fútbol, después el pádel y ahora las carreras, mi primer maratón fue el de Nueva York en 2014”, recuerda el coruñés. Para él, “es una forma de disfrutar también con los amigos”. ”Porque aunque pueda parecer un deporte individual, en nuestro caso es colectivo porque siempre hacemos quedadas para entrenar en grupo”, explica y avanza que incluso tendrán un poco de tiempo para hacer turismo e ir a un partido de los Celtics, que se enfrenta a Atlanta Hawks en el primer partido del play off de la NBA.

Eso es porque no es en domingo, como es lo habitual, sino un lunes, parte de las tradiciones que hacen tan especial al maratón de Boston: “Se celebra siempre el tercer lunes de cada mes, que es festivo en Massachusetts por el Patriots Day como símbolo de la lucha por la libertad de los pueblos ateniense y estadounidense”. De momento, no han tenido que pasar ningún tipo de prueba especial para el viaje. “Solo presentar el certificado COVID y tener el visado en orden”, indica, “pero tal y como se las gastan los americanos, nos esperamos que allí haya mucha seguridad”. Nada que no les impida disfrutar de la experiencia por la que tanto han tenido que luchar. “Además de los entrenamientos, te exige también cuidarte un poquito con el descanso y la alimentación, en la medida de lo posible, y compatibilizarlo con la familia y el trabajo”, añade.

En ese sentido, Raúl Muñoz consigue tener tiempo para trabajo y entrenamientos a base de levantarse a las cinco de la madrugada. “Suelo entrenar a partir de las seis, durante una hora u hora y media dependiendo de cuántos kilómetros me toquen, y entre tres y cuatro días a la semana”, dice y bromea con que a esas horas no hay mucha gente por la calle y “somos los cuatro de siempre, casi nos conocemos”, cuando no se cruza con los que vuelven de fiesta para casa. Para él, solo será el cuarto maratón. “Empecé a correr hace dos años y mis amigos fueron los que me fueron motivando. El año pasado corrí el primer maratón en París. Me gustó tanto, fue tan especial con púbico animando desde el primer kilómetros hasta el último, que hice otros dos, Londres y Nueva York. Y ahora Boston. A lo grande”, se ríe y señala que a esta le tiene ganas porque “es la más antigua, se corre en línea y es la más especial de todas porque ya de por sí tiene unas particularidades y además este año es el aniversario de un suceso como el atentado que tuvo un impacto brutal”.

Raúl y Rubén Casales están intentando ponerse al día de Carlos Lodeiro. En noviembre acudieron a Nueva York. “El reto es hacer las seis en un año y medio o dos, terminando los tres en Tokio”, indica Casales, que lleva corriendo desde 2008, pero hacía más pruebas de montaña y maratones solo será el quinto. “No es una distancia que puedas correr de forma improvisada. Requiere de una preparación específica y nosotros tenemos que compatibilizarlo con nuestros trabajos, bastante exigentes, y en mi caso con tres hijas”.

Casales apunta que esto es un trabajo en equipo. “Solemos entrenar juntos. A Nueva York fuimos Raúl y yo solos porque Carlos ya había ido y con Berlín pasará lo mismo. Pero a Tokio iremos los tres, allí nos darán una medalla especial, pero hay que planificarlo mucho”. Así que mejor pensar en el presente que pasa por Boston. “Para mí es el maratón más auténtico. Tiene unas tradiciones muy arraigadas, como que en el kilómetro 20 hay un colegio femenino que salen todas a aplaudir y en el 35 hay una colina —un muro literal—, que cuando la pasas ya el resto es cuesta abajo. ..”, explica. “127 años es un burrada”. Y el lunes los tres formarán parte de su historia.

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El 15 de abril de 2013, tal día como hoy de hace diez años, Iván Pazo estaba en Boston para correr el maratón. Este venezolano afincado en A Coruña, donde ejerce como psicoterapeuta, cruzó la línea de meta solo treinta minutos antes de que dos artefactos explosivos de fabricación casera —ollas a presión rellenas de metralla— estallasen y causasen la muerte a tres personas, además de dejar a más de 200 heridas. “Había sido una experiencia fantástica por el hecho de terminar la prueba”, recuerda, “después me marché a comer algo y cuando estaba de regreso a la zona de la meta, porque allí estaban mi mujer y mis dos hijas, fue cuando escuché los estallidos”, continúa. En un primer momento, no pensó que fuera un atentando, ni siquiera dos bombas. “Creía que eran fuegos artificiales”, reconoce. Todo cambió cuando empezó a ver a gente corriendo, llorando y con sangre. Entonces, pensó en su familia. “Estaba la zona acordonada porque había amenaza de más bombas y yo le pedía a los policías que me dejaran pasar para buscarlas. No llevaba móvil, no podía contactar con ellas...”, relata sobre los momentos de angustia. Así que decidió volver al piso que tenía su hermana en la ciudad. “Y estaban allí. Pasaron al lado de las bombas treinta segundos antes de que explotaran. Porque fueron a un restaurante, estaban preguntando por dónde se iba y esperando por el ascensor... y las bombas estallaron en la primera planta y ellas estaban en la tercera”. Un final feliz, no trágico, al menos para él y los suyos. “Era un día de celebración. Allí todo el mundo se echa a la calle ese día, con muchas barbacoas. El ambiente es brutal y la carrera es espectacular. Después del atentado la ciudad se quedó triste y estuvo de luto muchos días”, revive. “En mi caso lo peor fue lo de mi mujer y mis hijas. Yo a veces pienso que menos mal que no tuve ningún contratiempo, una lesión o algo así, que me hiciera llegar más tarde de lo previsto, porque entonces en ese caso sí que me hubiese podido tocar todavía más de cerca”, reflexiona. Pazo, que era un corredor habitual de larga distancia en su Caracas natal, no ha vuelto ni a disputar un maratón ni a Boston. “Le digo a mi hermana que venga ella a verme a A Coruña, que es mucho más segura”, dice con una sonrisa. En cuanto al deporte, se ha pasado a las carreras de montaña.

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