Hockey Patines - OK Liga

Guido Pellizzari, del Liceo: “Me siento como un niño cada vez que me tengo que poner los patines”

“Cada día estoy más integrado en el grupo a nivel colectivo y personal”

Guido Pellizzari, ayer, en el Palacio de los Deportes

Guido Pellizzari, ayer, en el Palacio de los Deportes / Carlos Pardellas

Daniel Abelenda Lado

Daniel Abelenda Lado

El argentino Guido Pellizzari (Mendoza, 1992) se aclimata al Liceo en sus primeros días en dinámica de grupo, a la espera de poder debutar en enero. Por ahora, disfruta de los entrenamientos y de la ciudad con su familia, un pilar fundamental que le ayudó a aceptar el reto de fichar por el conjunto colegial.

¿Cómo vive sus primeros días en A Coruña?

Estoy muy contento. La ciudad es muy linda. La gente, los compañeros y el club, todo lo que estoy viviendo es muy lindo.

Juan Copa habló con usted para convencerle de que fichase por el Liceo. ¿Qué significó a nivel individual esa llamada?

Por cuestiones personales, tenía pensado marcharme de Francia con mi familia. Surgió la oportunidad de hablar con Juan y lo recibí con mucha ilusión y alegría. Me dio mucha motivación.

En su presentación dijo que Copa saca lo mejor de sus jugadores. ¿Podrá ver el Palacio de los Deportes al mejor Guido Pellizzari?

Siempre tengo la motivación para crecer cada día un poco más. Este es un club muy profesional, en el que todos los compañeros se entrenan al máximo nivel. Estoy seguro de que eso me va a hacer mejor jugador.

¿Qué sensación te transmitió la oportunidad de vestir de verde?

Fue una mezcla de sensaciones. Ya llevaba dos años en Francia. Cuando lo comenté con mi familia, con mi mujer, creímos que nos íbamos a poder adaptar rápido por el idioma y la cultura. El Liceo es un reto personal para mí. Mi familia siempre me apoya, así que es una motivación extra. Lo hizo todo más fácil.

¿Cómo sobrelleva los entrenamientos a pesar de no poder jugar hasta enero?

Son muy intensos, estoy adaptándome cada día un poco más. En esta segunda semana me encuentro mejor. El ritmo es diferente, más elevado. Cada día me siento más integrado en el grupo a nivel colectivo y personal.

La ciudad le recuerda más a casa, a Argentina. ¿Por qué?

No solo la ciudad, también la gente, la cultura y los horarios. Es más similar a lo que estoy acostumbrado. Estuve dos años en Francia, donde todo era muy diferente. Sabía que al venir aquí me iba a adaptar muy rápido, primero en la vida personal y luego en la profesional. Es un sitio que, a nivel de juego, ya lo había vivido en España, en la OK Liga. Adaptarme a la liga iba a ser mucho más rápido que en mi primer año, cuando llegué de Portugal al Vendrell.

¿Cómo empezó a familiarizarse con el mundo del hockey cuando era pequeño?

Empecé a los tres o cuatro años por mis dos hermanos, que eran más grandes que yo. Por una película de hockey sobre hielo empezaron a patinar en un club que estaba cerca de mi casa. A mí me llevaban adonde iban ellos. Cuando me puse los patines por primera vez, nunca más me volví a bajar. Tuve la oportunidad de probar en el fútbol, pero a mí me encantó siempre el contacto del hockey, esa parte competitiva. Me siento como un niño cada vez que me tengo que poner los patines. Tengo la misma ilusión que a los cinco años, cuando comencé a patinar.

¿Es esencial para usted disfrutar dentro de la pista?

Todo jugador quiere divertirse en la pista, como cualquier persona en su trabajo. Es un juego, pero lo asumimos con responsabilidad para tratar de hacer las cosas bien y mejorar. Siempre con ese niño interior que llevamos.

Y son referentes, también, para niños de la cantera del club.

Justamente, mi hijo va a empezar en la cantera dentro de poco a jugar. Tengo tres hijos, el más grande ya patina, y tenemos pensado que comience con la escuela. Es muy bonito ver la cantidad de niños que practican hockey en el Liceo. Ellos son el futuro.

¿Ya tiene ganas de poder jugar con él dentro de poco tiempo?

Me hace mucha ilusión verle aprender. Si un día me toca ir a echar una mano, me gustaría mucho. Es muy bonito ver cómo aprenden y cómo absorben toda la información que les das y cómo descubren por sí mismos. Luego, en casa hay que esconder los sticks porque rompen todo (se ríe). En la pista sí, es muy bonito ver su progreso. Eso me conecta a ellos y también a mis propios recuerdos de pequeño.

¿Por qué lleva un texto tatuado en su brazo izquierdo?

Es de un santo, San Ignacio de Loyola. Es una cita que rezo mucho antes y después de jugar, o en cualquier situación de mi vida. Siempre ha fortalecido. Lo llevo muy adentro y también por fuera.

¿Tiene algún otro ritual o costumbre antes de los partidos?

Me gusta estar tranquilo, hacer mi mañana normal. Salir a caminar, almorzar una buena pasta... Vivo el día de partido como un día especial, como si fuera una fiesta. Me afeito, me peino y me preparó física y mentalmente.

Con Fabri Ciocale y Tombita son varios argentinos en la plantilla. ¿Ya han tenido la oportunidad de compartir un mate?

En casa acostumbro a hacer mate por la tarde. Sé que ellos toman también, pero aún no hemos podido compartirlo. Seguro que habrá ocasión para poder hacerlo. Es un ritual para nosotros, los argentinos, compartir un momento de charla con algo común y saludable, como es el mate.

Suscríbete para seguir leyendo