Sanidad

La “biblia” gallega del primer año del COVID

La Academia de Medicina de Galicia recoge en un libro pionero la experiencia y las reflexiones de facultativos que estuvieron “en primera línea” frente al SARS-CoV-2

De izquierda a derecha, Carlos Acuña, Valentín García, Francisco Martelo y Álvaro Ruibal, ayer, en la sede de la Real Academia de Medicina de Galicia, en A Coruña. | // VÍCTOR ECHAVE

De izquierda a derecha, Carlos Acuña, Valentín García, Francisco Martelo y Álvaro Ruibal, ayer, en la sede de la Real Academia de Medicina de Galicia, en A Coruña. | // VÍCTOR ECHAVE / VICTOR ECHAVE

“2020 fue un año trágico, en el que vivimos una situación prácticamente de guerra por un atacante nuevo que hizo convulsionar nuestra sociedad”. Esta contundente reflexión de Francisco Martelo Villar, presidente de la Real Academia de Medicina de Galicia, fue el punto de partida de la presentación, ayer, de la memoria anual de esa institución correspondiente a la irrupción del COVID. Un libro pionero, que pretende ser “una referencia” en España, “casi una biblia” dedicada a la problemática asistencial y social derivada de las primeras olas de la pandemia de SARS-CoV-2.Publicada en castellano y gallego, la obra refleja la experiencia y las reflexiones de profesionales gallegos de la medicina en medio de esa situación “dramática” . En su puesta de largo, el doctor Martelo Villar estuvo acompañado por Valentín García Gómez, secretario xeral de Política Lingüística; así como por Álvaro Ruibal Morell y Carlos Acuña Castroviejo, vicepresidente y vicesecretario de la Academia, respectivamente.

Entre los que prestan su voz y sus vivencias a esta “biblia” del primer año de la pandemia de SARS-CoV-2, el jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) , Enrique Míguez Rey, quien describe la irrupción del COVID como “una situación difícil de asumir”, en la que cada cual afrontó “sus interrogantes con respecto a la enfermedad y sus miedos al contagio de forma personal, con un fuerte impacto emocional, en las relaciones personales y familiares”. “En algún caso supuso que, por seguridad, los compañeros se separasen de sus hijos, enviándolos a vivir con los abuelos para evitar riesgos y porque los tiempos de trabajo se alargaban en jornadas interminables que, desde luego, no se ajustaban a los horarios laborales”.

Recuerda, asimismo, el doctor Míguez Rey en la Memoria del año 2020 de la Real Academia de Medicina de Galicia cómo a esa tesitura, ya de por sí complicadísima, se sumó, entonces, “la precariedad inicial en el número y en la calidad de los equipos de protección personal” que generaron “no pocos momentos de tensión entre los profesionales sanitarios”, una “zozobra favorecida por las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, en las que se hacía “hincapié en el mecanismo de transmisión vía contacto (superficies, fómites…)”, y “las dudas del papel de la vía aérea (que, sin embargo, explica la dinámica y explosividad de los brotes)”.

También desde el Chuac, el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), David Freire Moar, resalta lo “difícil” que resulta “expresar en un papel todo lo vivido” por su equipo. “La necesidad de atender a los pacientes y el miedo a infectarse por el virus, la carga de trabajo, la sensación de desolación por la gravedad de los enfermos, el fallecimiento sin poder ser acompañados por sus familias, el tener que informar por teléfono diariamente sin poder contactar directamente o dar más consuelo, o cuando comunicabas un desenlace fatal y pensabas en cómo se sentirían esas personas”, rememora el doctor Freire Moar en la Memoria del año 2020 de la Real Academia de Medicina de Galicia, y reflexiona: “Seguir cuidando pacientes con secuelas hasta dos y tres meses después con debilidad e imposibilidad para respirar sin la ayuda de un respirador fue algo terrible que ojalá no vuelva a repetirse”.

Admite su homóloga del Servicio de Anestesia y Reanimación (REA) del complejo hospitalario coruñés, Felisa Álvarez Refojo, que “nunca” pensaron vivir una situación como la derivada de la irrupción del COVID, no obstante, reivindica el papel de los profesionales sanitarios en general, y de su equipo en particular, “acostumbrados a tratar la enfermedad” y a superar y adaptarse a “situaciones muy trágicas”. La pandemia de SARS-CoV-2, subraya la doctora Álvarez Refojo en la Memoria del año 2020 de la Real Academia de Medicina de Galicia, “ha dado visibilidad a los anestesistas”, profesionales “invisibles que la mayoría de la gente cree que se dedican a dormir y a despertar a los pacientes que tienen que ser intervenidos quirúrgicamente”. “En la pandemia hemos actuado en múltiples campos; hemos tenido que reinventarnos, reestructurarnos y readaptarnos”, destaca.

Como un “ejercicio de reconocimiento de sentimientos encontrados, humildad y reafirmación colectiva” califica el hecho de “echar la vista atrás”, después de dos años largos de pandemia de SARS-CoV-2, el coordinador del Servicio de Urgencias del Chuac, José Manuel Fandiño Orgeira, quien considera que el COVID “ha demostrado que el sistema sanitario estaba absolutamente tensionado, que el camino no era el correcto, que ese proyecto tatcheriano en sanidad no era el adecuado y saltó de una manera abrupta, traumática, de la peor forma posible y en el peor momento”, advierte el doctor Fandiño Orgeira, y rememora “las miradas de desesperación, los abrazos arrancados por el virus, el silencio de los túmulos, la soledad más profunda de la muerte y la despedida” que, insiste, “quedarán para siempre en lo más hondo de nuestro ser”, al igual que “la sensación de desconocimiento y de trabajar y luchar incertidumbres” cuando “siempre lo hemos hecho amparándonos en la evidencia científica”.

“En esta crisis todo el personal sanitario ha luchado como si de una guerra se tratase”, reivindica la jefa de Neumología del Chuac, Carmen Montero Martínez, quien recuerda, en la Memoria del año 2020 de la Real Academia de Medicina de Galicia, cómo los compañeros de su especialidad, “de forma rápida”, fueron “capaces de adaptarse” a la situación, “tratando de garantizar la atención al paciente hospitalizado por COVID y, de forma simultánea”, a enfermos ingresados “por otras patologías respiratorias graves”, además de “atender a un gran número de pacientes que permanecían en sus domicilios y que necesitaban terapias respiratorias”.

“Esta experiencia de la pandemia de SARS-CoV-2 servirá a la Neumología para poner a punto los protocolos de vacunación de los pacientes con enfermedades crónicas, crear una cultura de prevención para todas las dolencias respiratorias que se transmiten por aerosoles, adecuar espacios para técnicas de alto riesgo de contagio de personal sanitario y prepararse para incorporar a nuestra práctica todos los avances tecnológicos en esta especialidad”, concluye.

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El presidente de la Real Academia de Medicina de Galicia, Francisco Martelo Villar, aprovechó la presentación de la Memoria del año 2020 de esa institución para lanzar una reflexión sobre la situación del sistema sanitario público español y concluir que “la mejor sanidad del mundo” no era tal. Una realidad que el doctor Martelo Villar atribuyó a los sucesivos recortes de los fondos que deberían estar destinados a su refuerzo. No obstante, confió en que los gestores de las administraciones públicas hayan “aprendido” de estos dos años largos de pandemia de SARS-CoV-2 y de las consecuencias de reducir la inversión sanitaria. La Memoria del año 2020 de la Real Academia de Medicina de Galicia es una recopilación de estudios, informes y análisis aportados por quienes estuvieron en primera línea durante los meses “más tremendos” de la emergencia sanitaria. Personal de Urgencias, unidades de críticos —Cuidados Intensivos (UCI) y Reanimación (REA)— o Atención Primaria, entre otros especialistas, han participado en la elaboración del documento.

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