Un talismán lejos de casa

El Leyma Coruña arrastró a la marea naranja por media España. 4.720 kilómetros de carretera sumó la afición naranja en sus cinco desplazamientos de esta temporada. Desde el Wizink Center de Madrid en la Copa Princesa al inexpugnable Pumarín ovetense, con visitas obligadas a Torrelavega, Logroño y el Paco Paz de Ourense, el naranja ha sido un color cada vez más reconocible en las gradas en los compromisos del equipo coruñés lejos del Palacio. Y lo hicieron, además, como talismanes. Solo faltó la Copa Princesa.

La primera expedición de valientes leymistas partió rumbo a Torrelavega. Una avanzadilla de la tropa anaranjada, desplazada a tierras cántabras, pudo presenciar en vivo el triunfo contra Cantabria, previo a la final contra Estudiantes. Solo siete días después, medio millar de corazones esperanzados e ilusionados partió hacia la capital con la misión de regresar a casa, algunos sin apenas dormir, con el trofeo. El oro se lo quedó Estudiantes, pero ni siquiera el resultado logró empañar las sonrisas y el orgullo de la delegación de O Forno desplazada al Wizink.

La racha endiablada de los hombres de Epi acrecentó las ganas de ver al equipo allá donde fuese. La chincheta del mapa cayó en Logroño. Hacia allá partió otra representación de la parroquia naranja para ver a su equipo imponerse a Clavijo, colista. Fue poco más que un aperitivo para los 400 que se desplazaron hasta el Paco Paz de Ourense para teñir el derbi contra el COB con el mismo tono. La prueba definitiva del factor afición llegó en el inexpugnable Pumarín. La trampa eterna del Leyma Coruña en tierras asturianas resultó menos temible con la escolta, desde las butacas, de otros 300 aficionados.

Con el recuerdo de los kilómetros, las gasolineras y las canciones de autobús, la hinchada ya puede dejar de soñar con los nuevos destinos a conquistar en la élite. Son una realidad.