Hockey sobre patines

Jugadora, capitana y directiva

Lucía Paz es la voz del vestuario en la toma de decisiones del HC Coruña Femenino: “Se preocupan y nos tienen en cuenta y por eso sentimos el proyecto más nuestro”

Lucía Paz, jugadora, capitana y directiva del nuevo HC Coruña Femenino, posa con un ‘stick’y el brazalete. |  // VÍCTOR ECHAVE

Lucía Paz, jugadora, capitana y directiva del nuevo HC Coruña Femenino, posa con un ‘stick’y el brazalete. | // VÍCTOR ECHAVE / María varela

A partir del próximo Teresa Herrera, Álex Bergantiños pasará del terreno de juego a los despachos en el Deportivo mientras que a partir de la temporada que viene Lucía Paz compaginará sus funciones como jugadora y capitana del HC Coruña Femenino, el equipo que ha heredado la plaza del Liceo en la OK Liga femenina, con las de directiva del club de nueva creación. “Le voy a pedir el copyright (derechos de autor) al Deportivo”, bromea esta santiaguesa que ha desarrollado toda su carrera profesional en A Coruña. Principalmente en el Liceo, con experiencias más y menos positivas, pero ahora abre una nueva etapa con la que está comprometida a todos los niveles aunque reconoce que empezar de cero “ilusiona y da miedo a partes iguales”.

Porque hay mucho trabajo, pero participar de la toma de decisiones, poder ser la voz de lo que las jugadoras quieren y necesitan, es precisamente lo que buscaban después de dos temporadas en el Liceo en los que dice que se sintieron muy solas. “Ves que este proyecto es tuyo, que se está contando contigo, que te escuchan, que tus ideas son tenidas en cuenta, que te preguntan... después igual no se puede conseguir lo que pedimos, pero nos tienen en cuenta. Y sobre todo ves que se preocupan por nosotras. Porque antes que jugadoras somos personas”, afirma.

Su trabajo principal es hacer de enlace con el vestuario. “Pregunto a las compañeras, busco el consenso y después lo digo en la directiva”, explica. “Porque si tú no has hecho nunca hockey sobre patines o no estás dentro del equipo, habrá cosas que se te escapen. Si alguna jugadora tiene un problema, que no esté bien por algo, que le falta algo... tú lo puedes comunicar a la directiva. Habrá algunas que sean más tímidas o que por carácter no se atrevan a decirlo y tú que ya llevas ahí unos años sabes cómo”, añade.

De momento, ha ido a alguna reunión con patrocinadores, pero dice que sobre todo le toca estar atenta al móvil para lo que pueda surgir. “Estoy para ayudar en lo que pueda y dar mi opinión. Les digo a mis compañeras las cosas que están sobre la mesa en la directiva para saber su opinión y lo transmito”, indica. Asuntos desde los colores de la equipación al logo, a la gestión de las redes sociales, la campaña de socios, los fichajes, cerrar el presupuesto, la pista (quieren el Palacio de los Deportes de Riazor) y lo que es ahora la prioridad absoluta: asegurar el alojamiento y la manutención de las de fuera.

“Como todo es nuevo, estamos todos igual y va a ser un poco improvisación”, comenta. “Pero llevábamos peleando mucho tiempo y autogestionarnos es un premio, algo con lo que soñábamos pero que nunca lo veíamos posible. Es una oportunidad que no podía rechazar, aunque sea difícil, aunque haya que compartimentar y separar muchas cosas. Con ayuda de todos, saldremos hacia adelante”, apunta y recuerda que todas sus compañeras la animaron a afrontar el reto: “Me dijeron que si alguien tenía que hacerlo, tenía que ser yo”.

Desde el otro lado, empieza a darse cuenta de que no todo es tan sencillo. “Aún no he visto todas las caras, creo que Lucía (Sanjurjo, la presidenta) es la que está sufriendo más y dándose de bruces con más cosas. Pero yo creo que para el deporte femenino es un buen momento porque hay bastantes ayudas. Aun así, sigue habiendo muchas carencias”, prefiere quedarse con el lado positivo. Y tampoco son novatos del todo porque reconoce que ya la temporada pasada el equipo funcionó casi en la autogestión.

“Este año ya éramos prácticamente independientes. Teníamos la suerte de tener a Carlos (López, el delegado), a Stanis (el entrenador) y a Carlinos (segundo entrenador), que hicieron la función de entrenador, contabilidad, administración, preparación física, delegado... estaban todo el día al teléfono solucionando cosas. No sé cómo pudieron. Los vi súper agobiados. Y nos quedó la sensación de que no teníamos a nadie detrás”, confirma. “No es un secreto”, continúa, “que acabamos el año con mucha incertidumbre, a jueves sin saber cómo íbamos a viajar el sábado o si teníamos que coger un coche el viernes... así que esa trasparencia de ahora, que se hable con nosotras, es lo que más agradecemos”.

Lucía Paz, Luchy, estuvo en el Liceo en diferentes etapas. “Cuando estaba de presidente Eduardo Lamas el trato era nulo, no teníamos ni ropa para entrenar y la única reunión que tuvimos fue para pedirle unas condiciones dignas para el femenino, nos dijo que lo tomábamos o lo dejábamo, y nos acabamos yendo todas”, recuerda. “Eso mejoró. Las intenciones eran buenas. Pero la diferencia fue que en la anterior etapa había dinero y en esta, no”, comenta. Reconoce que la situación económica del club no era buena, pero cree que el reparto podría haber sido más compensado y, sobre todo, el trato mucho mejor. “Entiendo que el masculino tiene una historia muy potente detrás. Y tampoco pretendo que ellos fueran en camello para que nosotros pudiéramos ir en avión. Pero si quieres que el deporte femenino venda, tienes que venderlo. No puedes pretender que con una varita mágica la gente venga, es un proceso y no se dio tiempo”, reflexiona.

“Las condiciones son complicadas, todo el mundo entiende que el deporte femenino y más uno minoritario tiene unas condiciones estructurales que no son culpa de un club, pero sí que se puede ayudar a que eso se mitigue”, concluye sobre la situación del deporte femenino. “Seguramente la generación anterior a la mía estuviese mucho peor que yo. Hay que celebrar lo que ya tenemos, pero no conformarnos, seguir luchando y continuar pidiendo y molestando”.

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Lucía Paz jugó los últimos partidos de la OK Liga femenina con un brazalete de capitana con los colores arcoíris de la bandera LGBTI. “Me lo regalaron por el amigo invisible y me hizo mucha ilusión. Hablé con mis compañeras si les parecía bien si en los partidos de casa ponía este y en los de fuera el de Galicia. Y me dijeron que sí”, explica. “Para mí significa hacer ver una realidad, darle visibilidad a la causa. No soy de mezclar política y deporte. Pero para mí esto no es ideología. Simplemente son derechos de una comunidad y respeto”, dice justo en el<strong> Día del Orgullo</strong>, que fue ayer.

“A mí no se me hubiese ocurrido pero aprovechando que fue un regalo me pareció una buena oportunidad para que se viese”, añade y reflexiona sobre las diferencias entre deporte femenino y masculino en este sentido: “Creo que en el hockey sobre patines o en cualquier deporte femenino el tema de los derechos LGBTI está bastante más normalizado que en el masculino, por eso estaría mucho mejor que lo llevase el capitán de un equipo masculino. Pero para mí es una forma de visibilizar, de decir que no es un tema tabú, que no hay ningún problema, que el movimiento ha llegado para quedarse para reivindicar sus derechos. Y al final se ha convertido también en un símbolo de que somos un equipo que apoyamos, que respetamos, que somos una zona segura y transmitirlo a otros. Ojalá que sea algo que hagan más, sobre todo equipos masculinos, que hacen falta más zonas seguras”.

Como el vídeo de Borja Iglesias. “Es que no dan las cuentas que haya tan pocos deportistas homosexuales, bisexuales, del colectivo en general, en el deporte masculino o que haya tanta diferencia con el femenino. Es imposible. Eso es porque no está normalizado y hay un montón de prejuicios. Ya se ve con las críticas que recibió Borja por cómo vestía. Está increíblemente bien que figuras del deporte, da igual que estén en el colectivo o no, hagan eso. Él sabe lo que le va a caer. Pero si dejas de hacer cosas por lo que te va a caer, al final ganan los de siempre. Ojalá se animen más chicos. Ellos lo tienen que pasar fatal porque en el armario se vive muy mal. Es una de las cuentas pendientes por parte de las federaciones. No es ponerte la bandera el mes del orgullo. Hay que ponerla todo el año, condenar actitudes homófobas y echar del estadio a quien no respete”

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