A Coruña pasará la noche del viernes al sábado al nivel alto de restricciones para intentar contener los contagios de coronavirus de la quinta ola, según anunció ayer el conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña. A las restricciones de nivel alto se unen también los concellos de Arteixo, Cambre, Culleredo y se mantienen en esa categoría Oleiros y Carballo. El área sanitaria de A Coruña y Cee superaba ayer los 3.500 casos activos de COVID tras un día con más de 300 positivos.

Esto implica que el ocio nocturno estará cerrado a partir de la próxima noche y que los locales de hostelería tendrán que reducir sus aforos al 50% tanto en el interior como en las terrazas. Para entrar en los locales, los clientes mayores de doce años tendrán que acreditar alguna de estas tres condiciones: el certificado de haber recibido la pauta completa de la vacunación; una prueba diagnóstica negativa realizada en las 72 horas previas o bien el certificado de haber superado el coronavirus.

En toda Galicia se mantienen las restricciones en las reuniones, que será de seis personas en el interior y de diez en el exterior, salvo que se trate de convivientes o que formen parte de solo dos unidades de convivencia diferentes. En este nivel las reuniones entre no convivientes están prohibidas entre la una de la madrugada y las seis de la mañana.

Con este panorama, tanto el presidente de la asociación de negocios de ocio nocturno, Galicia de Noite, Luis Diz, como el presidente de la asociación provincial de hostelería, Héctor Cañete, dan el verano por perdido, no solo por las restricciones que vienen sino porque sus consecuencias se acumulan a las pérdidas de casi un año y medio de pandemia.

“Estamos facturando un 50% menos que un mes de julio normal y con una caída importante respecto de junio. La gente se fue para las aldeas y a la ciudad no viene nadie, así que, está vacía y no hay clientes. Hay miedo generalizado por la quinta ola y se está trabajando muy poco, la mitad que en un julio normal”, explica Cañete, que considera que, con estas restricciones, ya ni un paquete de ayudas dirigido al sector sería suficiente para paliar las pérdidas.

“Nos vamos arruinando, unos tardan más y otros menos, dependiendo de su capacidad económica, pero nos van empujando hacia el abismo”, relata, toda vez que las nuevas restricciones les obligan a tener, al menos, a una persona en la puerta controlando que los clientes presenten alguno de los documentos que acrediten que pueden pasar y para evitar que accedan personas sin la documentación pertinente. Para Cañete, esta medida carece de sentido, toda vez que muchos de los camareros que trabajan en los locales de hostelería, por ser jóvenes, están todavía sin vacunar.

“Esto es insoportable, el sector se está cayendo y ahora estábamos intentando recuperar un pelín lo que habíamos perdido en estos 16 meses, pero a la mínima que hay un repunte de casos ya nos cierran y paga el pato el ocio nocturno. No tiene sentido. En nuestros negocios estábamos pidiendo desde hace quince días el certificado de vacunación o una prueba negativa, ahora, le exigen lo mismo a los locales de hostelería, que siguen abiertos y a nosotros nos cierran”, comenta Diz, que se declara “cero optimista” ante una eventual recuperación del sector en septiembre y acusa a la Xunta de “improvisar” en las medidas que aplica para frenar los contagios de coronavirus y de aplicar restricciones arbitrarias.

“En Francia, las discotecas están abiertas sin limitación de aforo, con el horario de la licencia y exigen certificado de vacunación o PCR, Suiza hace lo mismo, en Inglaterra está todo abierto y en Estados Unidos, también, aquí debe ser que somos más listos que los demás que nos estamos cargando un sector económico como si fuese el causante de los contagios y no se nos da una indemnización por cierre del negocio. La sensación que tenemos nosotros es de que nos están atracando, de que nos están robando, porque nos obligan a cerrar, pero no nos ayudan”, sentencia Luis Diz, que es copropietario de la sala Pelícano, uno de los negocios que participó en junio en la prueba piloto de la Xunta, en la que se exigía a los clientes que acudiesen con una PCR negativa y que fue calificada como “un éxito”.

El presidente de los hosteleros asegura que la experiencia de la aplicación de estas restricciones durante la semana pasada en Oleiros “no es buena”, ya que, si bien los locales pudieron seguir abriendo sus puertas —a diferencia de las discotecas, que ya no podrán trabajar a partir del viernes en los concellos que se encuentren en nivel alto— la facturación “bajó mucho”.