Entrevista | Eva Martínez Gallego Magistrada. Titular del Juzgado de Familia de Salamanca

“En una situación de ruptura normal, el eje central es la custodia compartida”

“La mediación o la terapia familiar van muy bien para poder reconstruir puentes. La pareja se ha roto, pero los hijos son para siempre”

La magistrada Eva Martínez Gallego.   | // IAGO LÓPEZ

La magistrada Eva Martínez Gallego. | // IAGO LÓPEZ / Ana Carro

Procesos de ejecución en materia de familia es el título de la ponencia que ayer dio la magistrada Eva Martínez Gallego, titular del Juzgado de Familia de Salamanca, en la séptima edición de las Jornadas de Derecho de Familia, organizadas por el Consello da Avogacía Galega y el Colegio de Abogados de A Coruña, que continúan esta mañana en la Fundación Barrié.

En materia de familia, ¿qué asignaturas pendientes tiene la Justicia?

Los juzgados de Familia tienen muchísima carga de trabajo. Hay que tener en cuenta que, más allá del volumen de los números, cada resolución afecta a una familia y a unos niños. Necesitaríamos más tiempo, más juzgados y más profesionales para poder no solo dar una respuesta rápida, que también, pero, sobre todo, para poder atender con toda la tranquilidad que necesita cada vista y cada resolución porque estamos cambiando la vida de unas personas con rupturas, con guardias y custodias. Por fortuna, ahora se tiende más hacia una custodia compartida, a que los progenitores sean corresponsables en el cuidado de los hijos, a que la presencia de ambos sea cada más igualitaria. Desde el punto de vista judicial, creo que hacen falta más Juzgados de Familia que sean capaces de dar una atención más individualizada. En Salamanca, el año pasado tuvimos 2.400 asuntos para un solo juzgado. Es mucha carga de trabajo, aunque este 2023 acaban de abrir un nuevo juzgado.

Esa sobrecarga de trabajo se extiende a toda la Justicia.

Sí. Antes de estar en Familia, estuve en Ourense, en Instancia con Mercantil y también la teníamos. En Familia, ahora, estoy en el 285% en mi módulo de productividad, es decir, soy casi tres juzgados yo sola. Con la nueva compañera, espero que vayamos reduciendo, pero es una carga de trabajo muy elevada y no solo por el número de resoluciones sino por la carga emocional que implican. Con todo el cariño, pero no es lo mismo resolver una reclamación de cantidad, de que a alguien le deben una factura, que evidentemente quiere cobrar, que voy a decidir la custodia de unos niños. También tratamos materia de adopciones o si hay un secuestro internacional. En ocasiones, nos piden una respuesta de hoy para hoy.

¿Los niños suelen ser los más perjudicados?

En ocasiones, sí, son los más perjudicados. Es una ruptura de un proyecto de vida y los progenitores, a veces, no encajan bien la situación. Yo quiero pensar que sin ánimo de perjudicar a sus propios hijos, pero de manera indirecta, acaban siendo perjudicados. Es una pelea constante. Tenemos algunos menores a los que en el mismo año he visto cuatro o cinco veces. Más allá de la separación o divorcio o medidas de hijos no matrimoniales, en los que la custodia la tiene uno o los dos, luego vienen al juzgado para ver quién celebra la Primera Comunión, si va a clases particulares de Inglés, si hay que comprarle unas gafas, ¿qué gafas?... Cuando la relación se ha roto, a veces la mediación o la terapia familiar van muy bien para poder reconstruir esos puentes. La pareja se ha roto, pero los hijos son para siempre. Yo siempre se lo digo en sala a los progenitores cuando uno me dice “es que yo tengo derecho a ver más a mi hijo”. No es su derecho, es el derecho del hijo de estar el mayor tiempo que pueda con los dos para que crezca con ambos referentes. En esa labor que hacemos, en Salamanca, por ejemplo, tenemos dos equipos psicosociales muy buenos, que hablan con los familiares, con el colegio, atienden a los niños y nos dan un informe de valoración. También es verdad que hay que saber discernir. Una vez que pongo mi resolución, he hecho lo que creo que es mejor para esa familia y esos niños y, a partir de ahí, la labor es de los progenitores.

¿Recomienda la mediación?

Yo creo que la mediación es muy importante y es muy buena, pero para eso hay que tener voluntad. Yo recomiendo la mediación una vez que los progenitores tienen el auto de medidas provisionales: una pensión de alimentos, quién se queda con la casa, quién se va, qué derecho tengo para ver a los niños, cuál es el régimen de custodia... Eso lo establecemos provisionalmente y, a partir de ahí, hasta que la otra parte conteste, en ese camino pueden ir a mediación porque creo que pueden hacer una labor. Pero yo no soy partidaria de lo que hacen otros juzgados de abrir procedimiento y lo remiten de manera obligatoria a mediación. La mediación es un método autocompositivo de carácter voluntario. El juzgado no debe forzar a quien no lo quiere. Los abogados intentan hacerlo lo mejor que pueden e intentan mediar, pero si llegan a un juzgado es porque quieren una resolución.

Hace tiempo, la sociedad daba por hecho que si esto ocurría, la custodia sería para la madre. ¿Esto ha cambiado?

Muchísimo. El Tribunal Supremo lo ha dicho por activa y por pasiva y así lo consideramos la mayoría de jueces de Familia, en una situación de ruptura normal, el eje central es una custodia compartida. Luego habrá que ver disponibilidad laboral, quién se ha ocupado de los menores, la edad de los niños... En la mayoría de casos, la custodia compartida es lo ideal, siempre que no haya denuncias por malos tratos por ninguno de los dos.

¿Qué ocurre en esos casos en los que hay violencia de género?

Ahí tenemos la ventaja de que el juzgado de Familia per se no va a conocer del procedimiento, me tengo que inhibir al juzgado de Instrucción que lleva la competencia de esos malos tratos, que es el que tiene conocimiento de los hechos. Mientras esa denuncia o ese procedimiento esté vivo, ese juzgado va a resolver también las medidas civiles. Además, en el caso de violencia de género, se impide la posibilidad de una custodia compartida. No podemos olvidar que hay situaciones de violencia vicaria, utilizar a los menores para hacer daño a uno o a una. En la medida de lo posible, hay que evitarlo. Y si hay que hacer que la visita sea en un punto de encuentro con supervisión, lo hacemos.

¿Qué tiene que cambiar en la sociedad para que se elimine ese tipo de violencia?

Yo creo que tenemos que trabajar en educación. Igual que en la violencia de género, que llevamos con la norma 20 años, todos hemos avanzado mucho, llama la atención que los autores y las víctimas son cada vez más jóvenes. Algo estamos haciendo mal con nuestros niños. Es un problema de educación en igualdad. Ni una persona es mía, ni los hijos son míos. Ahí hay otro asunto. En ocasiones, las madres entienden que por ser madres el niño es suyo. El niño es de los dos y si queremos una igualdad real, hay que compartir la corresponsabilidad y que el niño pueda crecer con los dos. Sé que es muy duro, pero hay que trabajar en eso. Nadie es propiedad de nadie, los niños tampoco lo son, ni son un arma para conseguir la vivienda familiar o una pensión. Son niños que tienen que crecer en igualdad, con ambos progenitores, y amoldarse a un nuevo tipo de familia.

Ahora que el debate de la gestación subrogada está de actualidad, ¿qué papel juega ahí la Justicia?

Tenemos que aplicar la ley y, de momento, la ley no prevé la posibilidad de una legislación sobre esa materia específica, aunque sí que hay propuestas de grupos parlamentarios, pero no está regulado como tal. Ahora bien, si un nacional español va al extranjero y lleva a cabo ese proceso y lo inscribe como hijo suyo, una vez que llegue aquí puede llevar a cabo el registro. Ahí no va a tener problema. Es un poco de fraude, sí, pero siempre ha sido así. Hablamos del caso de Ana Obregón, pero nadie se ha planteado el caso de Miguel Bosé. A lo mejor el contexto era diferente, por la edad de la persona, que eso puede ser cuestionable. A lo mejor hay que poner una regulación en España que permita dar una certidumbre a quien quiera optar por esa vía y poner una edad límite, igual que en la adopción.

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