El veto al móvil triunfa entre los estudiantes de A Coruña: “No nos hace falta, ahora hablamos más”

Los institutos, que requisan algún teléfono por incumplimientos, aplican ya la prohibición en toda la jornada escolar y los alumnos, acostumbrados desde este curso, aplauden la medida

Alumnas con sus teléfonos móviles al salir de clase ayer en el instituto Eusebio da Guarda. |   // CARLOS PARDELLAS

Alumnas con sus teléfonos móviles al salir de clase ayer en el instituto Eusebio da Guarda. | // CARLOS PARDELLAS / R. D. Rodríguez

Pasar siete, ocho o más horas al día sin el teléfono móvil no supone trauma alguno para los estudiantes de los institutos coruñeses. Ese es el tiempo en que no pueden utilizar el aparato porque desde este lunes está prohibido en los centros de enseñanza públicos gallegos, incluidos los periodos no lectivos de toda la jornada escolar, como las actividades extraescolares. Ni al entrar ni al salir, ni en el aula, el baño o el comedor, ni en los recreos... Solo podrán encenderlo cuando termine la jornada y estén fuera del recinto escolar. “Antes estábamos viendo el móvil todo el rato, ahora hablamos más entre nosotros o jugamos”; “no lo echo de menos, estoy perfectamente adaptada a no usarlo, y en los recreos nadie necesita conectarlo”, reconocen alumnos de los institutos Eusebio da Guarda y Ramón Menéndez Pidal.

Les ha ayudado a ello que en sus centros, desde este curso o el pasado, ya tienen vetado el uso del móvil. En A Coruña ha habido distinta flexibilidad, según la dirección de cada instituto, que podía autorizarlo en situaciones específicas; ahora ni en Primaria ni en ESO ni en Bachillerato se permite mientras el alumno esté en el centro. “Estábamos avisadas y hacemos cosas juntas, hablamos, no nos hace falta”, admite Micaela Rey, del Eusebio da Guarda. “Lo llevamos en la mochila. Nos parece bien así, y a nuestros padres genial, que nos decían que no lo usásemos en clase”, cuentan Jorge, Brais y Antón apurando sus consultas en la pantalla antes de entrar al aula por la tarde en el instituto de Zalaeta.

Aunque parece general la aceptación positiva de la medida, reclamada por algunos centros y por asociaciones de madres y padres no solo en Galicia sino en otras comunidades como Cataluña y Murcia, los alumnos apuntan algún inconveniente. “Si tienes que llamar a casa porque te encuentras mal u otra razón, no puedes coger tu móvil, sino ir a dirección y pedir permiso”, explica Ana, del Eusebio da Guarda. “En los ordenadores las consultas van lentas”, dice su compañera, otra Ana. “A veces te suena la alarma en clase o te habla Google por el móvil, y eso es una faena porque pasa sin quererlo y te culpan”, lamenta Lucía.

Dicen estos alumnos y otros del Ramón Menéndez Pidal que, aunque no pueden usar sus teléfonos desde este curso o el pasado, “los profesores vigilan” a los chicos. “Siempre están alerta, no se fían”, cuentan los alumnos de Zalaeta. En el centro de la plaza de Pontevedra, Claudia Fernández cree que “se vive bien” sin el teléfono en horario lectivo. Otra alumna, Lía Santiago, considera que la prohibición, aunque “positiva”, no convence a otros jóvenes: “Se van al baño en los recreos y los usan allí. Si te lo ven, te lo quitan”.

En el otro lado del escenario educativo, los docentes juzgan que los estudiantes se “acomodan bien” al veto a los móviles, lo que no impide que se produzca la retirada de aparatos. “La respuesta es magnífica, los alumnos se han mentalizado. Además, hemos implantado los recreos activos, con chicos y chicas jugando en ese tiempo, lo que ha mejorado la convivencia”, cree Isabel Ruso, directoral de Eusebio da Guarda. “El móvil crea un hábito que no se quita del todo, sobre todo en los mayores de edad. La mayoría cumple y no lo usa, aunque el tema requiere un análisis profundo sobre el uso adecuado del móvil”, matiza la directora del IES Zalaeta, Estrella Freire. En el Monte das Moas, Teresa Díaz defiende que los alumnos “son espabilados”, apenas se han requisado teléfonos, pero admite que aún tienen dudas sobre cómo abordar la prohibición en las actividades extraescolares: “Ahí es más complejo”.