La noche de Ludwig

Marcos Seoane Vilariño

Marcos Seoane Vilariño

Crónica musical del concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia el viernes 2 de febrero de 2024 en el Palacio de la Ópera. ‘Concierto para violín’, de Jesús Torres y ‘Sinfonía nº1’ de D. Shostakovich Ludwig Dürichen, violín, y dirección de Andrés Salado

Gran entrada de público a esta cita musical que cada viernes nos plantea la OSG, que esta noche programaba a uno de sus músicos como solista, el violinista teutón y residente desde hace 18 años en nuestra ciudad Ludwig Dürichen. No es fácil ponerse en el papel de solista ante un público que cada semana juzga a artistas de gran calado, y menos ante tus compañeros, sobre todo siendo violinista; ¿qué dicen diez violinistas mientras uno coloca una bombilla? Que él lo hace mejor, así es en nuestro mundo, imagínense la presión.

Pero era la noche de Ludwig y como si cada semana ese fuese su trabajo, el de solista, con una tranquilidad pasmosa nos dejó una magnífica interpretación del Concierto de Torres vitoreada e intensamente aplaudida por público y orquesta, tanto, que nos obsequió con dos bises de Bach e Ysaÿe dejando patente el potencial de los músicos de esta orquesta. Es bonito el concierto de Torres, por momentos suena a “muchos conciertos”, la alternancia entre tutti y solos permite dar rienda suelta al solista de todo su despliegue técnico; solista al que, todo hay que decirlo, se le queda pequeño el sonido de su violín, sobre todo ante tamaña orquesta.

Precioso, pulcro e íntimo sonido en un siempre elegante Dürichen, con brillantes recursos técnicos aderezado de un adecuado vibrato y que supo salir elegantemente de todas las circunstancias, sobre todo en los bises, confiando siempre en esos cuidados finales. Gran iniciativa que los músicos de la OSG toquen como solistas que por un lado ayuda a los oyentes a entender el nivelón de esta orquesta y por otro hace mejores a los músicos obligándose a superarse a si mismos.

La sinfonía de Shostakovich de esta noche fue la que presentó el compositor para su graduación en el conservatorio, y en la que ya se pueden reconocer momentos estéticos que definirán la personalidad musical del mismo. A la batuta, Andrés Salado, que se mostró solvente toda la velada, pero demasiado pendiente de todo y todos en una interpretación sin sorpresas, sin abandonar la partitura, con todo lo que ello conlleva para la música en directo, pareciendo monótona, sin lograr esa chispa y motivación conjunta de las diferentes secciones y profesores de la orquesta que te hagan sentir que uno está ante una interpretación única y diferente. Momentazos de Fernando Llopis a los timbales y de Alicia González al piano, con maravillas de David Villa al oboe en ese tercer movimiento y de un líder y músico que se agiganta programa tras programa como el chelista Raúl Mirás.