Entrevista | Alberto Seoane Coruñés camino de los Juegos de París 2024

“El primer podio internacional en dos años me hace creer otra vez en mí”

“La madurez tiene ventajas como la gestión de la frustración y de los nervios”

Alberto Seoane, en las instalaciones del Club del Mar.

Alberto Seoane, en las instalaciones del Club del Mar. / CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Una grave lesión de rodilla. Una pandemia. Un atropello. Después de todo esto, ¿da más alegría volver a un podio internacional?

Es una alegría grande porque había sido un tiempo difícil y ya era un tema también de confianza, de estar entrenando muy bien y de estar en otras competiciones haciéndolo bien, pero en la internacional no encontrar ese resultado de estar en el podio en individual. Verte otra vez entre los mejores, luchando de tú a tú con los que están arriba en el ranking mundial, te hace creer otra vez en ti mismo. Muy contento.

¿Cómo fue el atropello?

Fue hace un poco más de un año, febrero de 2022. Teníamos una concentración del equipo paralímpico en Sant Cugat de lunes a viernes. Como viví diez años allí, tengo bastantes amigos y decidí quedarme el fin de semana. Saliendo de cenar, cruzando una calle, me atropelló una moto. No me acuerdo de casi nada, solo estar cruzando, ver una moto y después ya me desperté tumbado con el collarín puesto. Pero lo que me han dicho los que iban conmigo, y después confirmó el atestado policial, la moto iba con exceso de velocidad, se saltó el semáforo por el que yo iba cruzando en verde y después dio positivo en el test de alcoholemia. Intentó frenar, se le cayó la moto y a mí me arrastró la moto y me hizo volar por los aires y caer del lado derecho sobre el hombro y la cabeza. Al final fue un traumatismo craneoencefálico que estuve cinco días en el hospital, el hombro también quedó fastidiado, y me generó estar más de un mes sin poder hacer absolutamente nada de deporte, que no me dejaban los médicos, y pasado el mes empezar poco a poco.

¿Fue más duro porque ya venía de otro golpe tras quedarse fuera de los Juegos de Tokio?

Fue bastante duro porque me quedé fuera para los Juegos en el Preolímpico de junio de 2021. Pero es que había tenido que ir al Preolímpico porque no me clasifiqué por ranking por una lesión de rodilla que cuando me recuperé, empezó la pandemia, me perdí cuatro torneos y no pude sumar puntos. Cuando se acabaron los Juegos y empezó la nueva temporada internacional, volvía a la competición y otra vez, quedarme sin ir a campeonatos por el accidente. Así que al final fueron dos años duros de lesiones y accidentes que no me dejaron ni entrenar ni competir al cien por cien.

¿Espera haber dejado atrás la mala suerte?

Esperemos que se enganche la buena suerte aunque con tal de no tener mala suerte me llega. Han sido unos años complicados también a nivel personal, así que espero que ahora solo vengan cosas buenas.

¿Se llegó a plantear la retirada?

Antes de Río, que me clasifiqué en el último torneo ranqueable, tenía claro que si no me clasificaba lo dejaba porque las ayudas no eran tan potentes como ahora. Pero ahora pesaba que si me quedaba fuera de Tokio era por poco y que en realidad estoy ahí y que lo iba a volver a intentar. Me gusta la sensación que se tiene siendo deportista y mientras las lesiones me dejen, seguiré.

¿Cómo es el camino ahora hacia París 2024?

Competir, hacer el máximo número de torneos posible. Hay tres formas de clasificarse. Una por ranking internacional, que es la más fácil. Otra que es ser campeón continental. Y la última, una única plaza en el Preolímpico. La más fácil es la primera y para eso hay que ir a los torneos, conseguir puntos e ir subiendo. Ahora hemos tenido el primero. Después vendrán otros que pagará la Federación Española. Pero solo con esos no llega y hay que ir a algunos que salen de tu bolsillo y para eso es necesario tener ayudas, como en mi caso que tengo acuerdos con entidades, fundaciones, becas... Aún no han sacado los criterios de clasificación, pero se habla de ocho, aunque tienes que sacar a los campeones continentales... serán diez u once y yo estoy de once. Por lo tanto es muy importante competir porque entre el 7 y el 18 estamos todos muy cerca.

¿Cómo ha cambiado su vida al abandonar Sant Cugat y volver a A Coruña después de diez años?

En julio de 2021 volví un poco forzado también porque la beca que tenía en Sant Cugat me la quitaron cuando no me clasifiqué para los Juegos. Si ganas tienes cosas, si no las ganas, no tienes nada. Cuando vuelves a ganar te lo vuelven a dar y si vuelves a perder, te lo quitan. Tenía la opción de quedarme a entrenar allí, pero sin tener los servicios del CAR como fisios, comedor... así que decidí volver. Necesitaba un cambio, llevaba mucho tiempo allí. Lo bueno es que en el Club del Mar el nivel de entrenamiento es muy alto. Así que por qué no. Y la verdad es que me estoy adaptando bien a las rutinas de aquí, retomando relaciones y la vida de A Coruña, mucho más tranquila que la de Barcelona. Y ahora viendo los resultados... más contento.

¿Le ha servido para quedarse con lo bueno de cada sitio?

En el tenis de mesa la suerte es que entrenas con gente muy diversa, con chicos, con chicas, con chavales de 13 años, con señores de 45, con un entrenador chino, con un compañero del Congo... y vas aprendiendo de todos y cogiendo lo de unos y otros. Si al final coges lo bueno y aciertas, es un beneficio muy grande. Seguramente yo ahora entreno muchísimas menos horas que cuando tenía 20 años, pero me veo el doble de vídeos, saco estadísticas... Ahora más o menos hago hora y media cuatro días a la semana. En Sant Cugat eran cuatro horas de lunes a viernes. Con 35 años ya no vas a aumentar el nivel, tienes que mantenerlo. Trabajas menos horas, pero vas a cosas más concretas.

¿Qué ventajas tiene la madurez?

La madurez tiene varias ventajas. Sobre todo en cuanto a nervios y frustración. Antes cuando perdía me flagelaba durante varios días, no conseguía desconectar. Y me ponía muy nervioso. También soy capaz de entrenar cosas específicas como el saque, irme yo solo con un montón de pelotas para hacer mil saques. Y he avanzado en el conocimiento de mí mismo para conocer en qué momento tengo que calentar, de qué forma, la concentración, la relajación... todo hace que en la competición tenga un plus que puede hacer que gane o pierda.

¿Ojalá haber tenido a los 23 la cabeza de ahora?

O ojalá ahora con 35 tuviera el físico de los 23. Ojalá se pudiera hacer esa fusión, como en Songoku.

¡Es lo que ha diferencia a Nadal?

Para mí y para muchos Nadal es un referente en eso. Es un privilegiado. Cualquier deportista querría esa cabeza. Como Carolina Marín. Ese punch de más en los momentos cruciales te los da la cabeza.

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