El lado oscuro de los 80.000 millones prometidos

Los expertos advierten de que “hubo muchos anuncios, pero pocos acuerdos por escrito”

En tan solo una semana, la cumbre del clima de Dubái ha movilizado más de 80.000 millones de dólares en medidas contra la crisis climática. Esta cifra, enarbolada con gran alegría por los organizadores de la cumbre del clima, resume gran parte de los compromisos anunciados durante la primera mitad de este encuentro diplomático internacional. ¿Pero cuál es la importancia real de este número? ¿Es este dinero suficiente para hacer frente a todos los problemas desencadenados por el caos climático? Según varios expertos, así como las oenegés directamente implicadas en la lucha climática, estos compromisos son mucho más volátiles de lo que podría parecer y siguen estando muy lejos de la meta necesaria para hacer frente a esta crisis global.

“Por el momento, ha habido muchos anuncios pero pocos acuerdos por escrito. Así que antes de celebrarlo deberíamos esperar a leer la letra pequeña”, advierten los activistas.

El ejemplo más claro tiene que ver con el anuncio más importante que ha dado hasta ahora esta cumbre: la creación de un fondo para hacer frente a las pérdidas y daños que la crisis climática está causando en los países del sur global.

Esta iniciativa, anunciada en la cumbre de Sharm el-Sheikh, se puso en marcha oficialmente en el arranque del encuentro de este año. Y tan pronto como despegó, varios países anunciaron su contribución. Emiratos Árabes, Alemania e Italia, por ejemplo, se comprometieron a entregar 100 millones de dólares cada uno. España, 20 más. Estados Unidos, 17. Japón, 10.

En total, según lo anunciado hasta la fecha, habría al menos una docena de países dispuestos a aportar a este fondo. Eso sí, todavía no está claro ni cómo ni cuándo.

La otra gran incógnita tiene que ver con la suma de dinero prometida. El fondo de víctimas y daños, por ejemplo, nace con el objetivo de recaudar cerca de 100.000 millones anuales para las grandes víctimas de la crisis climática.

Pero, por el momento, no está claro cómo se conseguirá este objetivo. Sobre todo porque ningún país ni ninguna otra institución están legalmente obligados a aportar dinero a esta iniciativa.

Tampoco hay una normativa clara sobre quién debería aportar más y según qué criterio (por ejemplo, si los países que históricamente más han contaminado son los que más deberían pagar).

Incluso si finalmente se consiguiera alcanzar este objetivo de financiación, las grandes víctimas del caos climático afirman que los fondos serían insuficientes para paliar el impacto de esta crisis en los territorios más afectados. Según apunta un informe de Naciones Unidas, se necesitarían cerca de 400.000 millones de dólares anuales para hacer frente a este problema.

En esta cumbre del clima también se han movilizado cientos de millones hacia iniciativas de mitigación (para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero), de adaptación (para acondicionar ciudades, cultivos y otros entornos al impacto de esta crisis) y, en general, sobre transición energética. En estos casos tampoco está claro cómo, cuándo y a través de qué mecanismos se entregarán estos fondos.

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