“El del Obelisco es el reloj que más trabajo da: entra agua y para cada poco por suciedad”

“En el de Méndez Núñez añadimos un embrague antivandalismo para que no lo rompan”

David Rodríguez observa la esfera del reloj del Eusebio da Guarda.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

David Rodríguez observa la esfera del reloj del Eusebio da Guarda. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / enrique carballo

El relojero David Rodríguez coordina el mantenimiento de los relojes históricos municipales, y acaba de culminar, junto con Jaume y Jan Domènech y José Antonio García, la restauración de la máquina del instituto Eusebio da Guarda. También se ocupó de poner a punto el año pasado los del Obelisco y el Ayuntamiento, así como el reloj floral de Méndez Núñez.

¿Era necesario intervenir?

Esto todo forma parte de un proyecto del Ayuntamiento ya del año pasado, de rehabilitar los relojes de la ciudad: no iba ninguno bien.

¿Qué problemas se encontraron con el reloj del palacio municipal?

El mayor era de la falta de mantenimiento. Llevaba sin atención muchos años, y estaba arrastrando problema que impedían que fuese bien: al principio era la marcha, luego la sonería... La decisión fue desmontarlo entero, que siempre es lo mejor: no vale limpiar por encima con un poquito de gasolina. Hay que abrirlo, ver las piezas que tienen desgaste, añadir material, corregirlo y luego volver a afinar para que quede como cuando era nuevo.

¿Cuánto trabajo lleva eso?

Muchísimo, muchísimo. La relojería no es de los mayores problemas de una ciudad, tenemos plazos muy cortos. Lo ideal sería estar con un reloj de este tipo, con calma, cuatro, siete meses, y te irías a presupuestos muy elevados. Intentamos hacerlo en cuatro o cinco semanas máximo, con un margen para acabar de ajustarlo. Pero semanas muy intensivas: echamos quince, dieciséis horas al día trabajando sin movernos, incluidos sábados y domingos. Tenemos un equipo humano muy bueno, así que si hay que trabajar un domingo se hace.

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El del Obelisco es más pequeño.

Es más pequeño y no tiene sonería, pero el problema es su exposición al clima. Por la parte de arriba, en los adornos de debajo de las esferas, entra agua, se desprenden sedimentos del monumento... El reloj para cada poco por suciedad, cada día que le damos cuerda lo limpiamos y volvemos a engrasar... Seguramente sea el reloj que más trabajo da.

¿Qué se hizo con el reloj floral?

Está muy expuesto, y siempre sufrió vandalismo. Son agujas muy largas, está en horizontal, y el reloj es muy vulnerable. Hace muchos años el dispositivo mecánico original se sustituyó por uno eléctrico y los motores no aguantaban el peso de las agujas. El año pasado decidimos diseñar uno desde cero, un prototipo. La semana pasada lo hemos desmontado para ver cómo evolucionó, y ahora estamos viendo cómo está por dentro. Lo volveremos a montar.

¿Cómo ha funcionado?

De maravilla. Hemos incorporado un embrague que llamamos antivandalismo: si alguien mueve las agujas evita que se rompan los dientes y así no hay que sustituir la maquinaria. También le hemos incluido una receptora GPS que conecta con tres satélites para dar siempre la hora real. Aunque no sea una de esas máquinas antiguas con tanto encanto, fue bastante excitante trabajar con ella.

El reloj del Eusebio da Guarda sí que es antiguo, de 1889.

A veces en el taller comentamos que es difícil que una persona siga trabajando como artesano, y también sobre si compensan máquinas de este coste y con tanto trabajo. Y yo respondo que sí: esta máquina funcionó hasta el día de hoy, más rentable imposible. Le hemos hecho ahora una limpieza y puesta a punto y seguramente funcione otros cien años, si se sigue un mantenimiento.

¿Cómo es el mecanismo del Eusebio da Guarda?

Los relojes tienen generaciones, como los coches, y este reloj es muy parecido al de María Pita, con un sistema denominado de cama plana. Tiene tres trenes de rodaje para dar los cuartos, las medias y la propia marcha del reloj. El sistema está muy bien pensado porque es muy fácil de montar y desmontar. Pero no deja de ser colosal: pesa media tonelada, y está ubicado en una azotea. Como decía otro día un compañero, imagínate cómo hicieron para subirlo aquí en 1890.

¿Cuántas piezas tiene?

Sumando piezas y tornillos pueden ser 250, 300... Hay muchas que hay que reponer: el reloj del Eusebio da guarda decimos pararlo porque tenía muchísimo desgaste. Y tenemos el problema de que los tornillos no son de métricas actuales, por lo que hay que fabricarlos exactamente iguales en el taller, con torno. Estos relojes estaban tan bien hechos que cada pieza estaba numerada, es un puzzle: cada tuerca es para su sitio, no puedes intercambiarla. Sacamos fotografías de cada pieza y cada fase. Intentaban hacerlo lo más simple que podían, pero con los medios de ahora es mucho más sencillo.

¿No quedan manuales o planos?

No, no existen. Es más, me choca mucho que no exista un archivo, una historia de cuándo se montaron estos relojes, cómo, quién lo hizo...

El Concello prevé reparar ahora el de la torre del Consulado.

Está parado y le vendría muy bien una puesta a punto desmontándolo entero, pero hasta que no den la orden de arreglar no podemos anticiparnos, depende del Ayuntamiento, puede ir otra empresa... Ahora el reto es que todos funcionen bien. Puede que pases por delante del de Obelisco y esté parado, o del de María Pita y haya adelantado dos minutos, y puede que digas, si lo acaban de arreglar, qué desastre... Pero si arreglas un coche de cien años y lo usas cada día, no saldrá del taller. Queremos ir solucionando problemas para que no suceda esto, si quieres dar un mantenimiento correcto tienes que estar muy encima de ellos.

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