Casas públicas, oportunidad perdida

Arquitectos de toda España explican en A Coruña, una ciudad sin apenas promociones de las administraciones, cómo este formato es garantía de innovación e inclusión social

Una chimenea solar en un proyecto de Marta Peris y José Toral en Ibiza.   | // JOSÉ HEVIA

Una chimenea solar en un proyecto de Marta Peris y José Toral en Ibiza. | // JOSÉ HEVIA / Enrique Carballo

A Coruña fue el escenario la semana pasada del congreso de arquitectura Believers 3.0, que reunió a profesionales de toda España para hablar sobre la arquitectura experimental en vivienda pública colectiva. Lo hicieron en una ciudad que apenas ha tenido promociones públicas desde la crisis inmobiliaria: ninguna entre 2012 y 2022, una racha que ha roto la Xunta este año con un sorteo de 40 pisos en Xuxán. Pero, según señalan tres de los profesionales que participaron en las jornadas, esta forma de crear vivienda no es solo una “asignatura pendiente” en términos cuantitativos, sino una oportunidad de innovar y experimentar.

Así la conciben José Toral y Marta Peris, que desde su estudio en Barcelona se han centrado en vivienda pública tanto en el entorno de la ciudad como en Baleares. “En Barcelona hay una política de vivienda de la Administración local y del área metropolitana que pasa por convocar concursos periódicamente y en todos los mandatos”, explica Peris, mientras que en Baleares las promociones están corriendo a cargo de la administración autonómica.

Pero la arquitecta también valora la “conciencia de mejorar la vivienda e implementar la sostenibilidad”. Según señala, en España hay una “emergencia habitacional” y en las políticas de vivienda pública “la cantidad es importante”, pero estas promociones tienen otro papel como “marco de experimentación”. “El sector privado es muy conservador y hay una gran inercia en la manera de entender la casa: nunca hay riesgos, pruebas”, valora.

“Una de las cosas que nos planteamos es la vivienda sin jerarquía”, añade Toral. Esto es, habitaciones “todas iguales” en las que “no hay jerarquía”. Este modelo “se adapta mejor a la gente que comparte casas” o que no tiene “necesariamente el modelo de familia nuclear” y da “cierta flexibilidad”. “Creemos que se adapta mejor a estos tiempos líquidos”, señala el arquitecto.

Otra de las propuestas de Peris es de pisos en los que “no hay pasillos” y se accede por las terrazas, con el ánimo de maximizar el aprovechamiento. Según indica, para los estándares arquitectónicos mediterráneos los pisos de A Coruña “son más grandes, pero con esquemas más conservadores: aquí tenéis habitaciones de doce metros y nos sorprende”. Los parámetros con los que juegan, indica, es de diez metros cuadrados para una habitación principal, ocho para una doble y seis para una individual, por lo que eliminan elementos innecesarios y redistribuyen superficies para aprovechar el espacio. Eso sí, indica Toral, con la “cocina en el centro”, una decisión con la que este elemento, además de funcionar como “gran distribuidor”, sirve para “visibilizar el trabajo doméstico y evitar roles de género”.

Ejemplo de sostenibilidad

Los dos arquitectos también llevan esta experimentación al terreno de la sostenibilidad. Usan materiales como la madera o los muros de bloques de tierra, así como sistemas como las chimeneas y captadores solares, esto es, espacios que sirven para crear corrientes de aire que enfrían o calientan este sin gastar energía. “Un edificio genera unos 1.000 kilos de dióxido de carbono por metro cuadrado en fabricación de materiales, y en los que hacemos lo reducimos un 60%”, calcula Toral.

También trabaja en estos parámetros de sostenibilidad Carles Enrich, otro de los participantes del ciclo Believers (organizado por la delegación coruñesa del Colegio de Arquitectos de Galicia y la Escola Técnica Superior de Arquitectura de la Universidade da Coruña), que ahora está en la fase de obra de un proyecto de 72 viviendas públicas en Castelldefels y otro de once en Palma de Mallorca. “Con materiales, ventanas, huecos, protección solar y la generación de corrientes de aire favorecemos un confort climático sin el uso de calefacción o refrigeración”, explica, algo importante para familias vulnerables.

Enrich señala que en el Mediterráneo se llega a edificios sin sistemas eléctricos de regulación de temperatura, y cree que los mismos principios serían aplicables a Galicia “aún teniendo una cierta calefacción para enero o febrero”. Y al construir vivienda pública, señala, es “importante pensar en materiales y sistemas que sean de fácil mantenimiento y no generen gastos extra”. La calidad, defiende Enrich, que también explora modelos de distribución no jerárquicos, se puede conseguir sin demasiado dispendio. En Baleares, que tiene costes altos por el transporte, intentan trabajar con materiales locales y “estamos en 1.900 euros el metro cuadrado, precios muy reducidos”. La voluntad es “hacer viviendas de protección oficial pero de calidad espacial y energética”.

Y también recuerda que construirla es una “asignatura pendiente” incluso en las regiones que están creando más, pues “en España estamos muy retrasados” en relación a otros países europeos. En A Coruña, la Xunta tiene previsto crear otras 98 viviendas en Xuxán, mientras que un edificio que debe construir el Concello allí por un acuerdo extrajudicial sigue parado y solo se están en marcha cinco pisos municipales en Marqués de Pontejos.

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