Vilafranca para curar la resaca europea del Liceo

Partido. Descanso. Partido. Así es la secuencia de los últimos dos días del Liceo, que menos de 48 horas después de perder contra el Oliveirense el acceso a la final a ocho de la Liga Europea (2-3), vuelve a saltar a la pista del Palacio de los Deportes de Riazor para medirse al Vilafranca (17.00 horas). Con solo un punto los verdiblancos se asegurarán matemáticamente la segunda posición de la fase regular de la OK Liga, un puesto que da ventaja de campo en el play off por el título hasta la final. Ya solo quedan dos jornadas. La de esta tarde y la última, dentro de dos semanas, y que llevará a los coruñeses a Lleida.

La alegría del Liceo duró 27 segundos

La competición doméstica puede ser el mejor alivio para curar la resaca Europea de un equipo liceísta que se dejó todo en la pista por alcanzar el sueño de la final a ocho, que rozó, aunque fuera solo durante 27 segundos. En principio, el rival es el más asequible ya que el Vilafranca es el colista de la clasificación. Pero los catalanes llegan paradójicamente en su mejor momento de la temporada tras tres victorias seguidas y apuran en A Coruña sus opciones de permanencia en la máxima categoría. Si pierden o empatan, de hecho, se consumará también matemáticamente su descenso. Con 12 puntos, solo les vale ganar y esperar a que sus rivales, Sant Cugat (13) y Arenys de Munt (16), que juegan a la misma hora contra Voltregá y Girona, respectivamente, no lo hagan.

En las filas del conjunto del Penedés, cuyo técnico Toni Aranda acaba de conseguir el premio al mejor entrenador del mes de marzo, militan dos jugadores coruñeses que regresarán a casa por un día. Por un lado está Gabriel Villares, ex de Compañía de María, que llegó allí como refuerzo para la temporada 2018-19 y cinco cursos después es uno de los veteranos de la plantilla, aunque acaba de anunciar que el año que viene no continuará en el equipo. El segundo es Pablo del Río, también con pasado en Compañía aunque criado en la cantera del Liceo. En su caso, este era su primer año en el Vilafranca, al que llegó procedente del Reus. Es el segundo máximo goleador del equipo con nueve tantos y mucho talento para hacer daño.