1-1 | Dos manos y un latigazo para el liderato del Dépor

El equipo coruñés sale reforzado, pero con cierta pena tras dejar escapar el triunfo en Tarragona en un duelo de poder a poder

El meta hizo dos paradas salvadoras

El canterano volvió a cabalgar para marcar

Nastic - Deportivo

Nastic - Deportivo / LOF

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Un seguro de vida y una centella. Germán Parreño y David Mella fueron los grandes protagonistas y verdaderos artífices del empate del Dépor ante el Nàstic en Tarragona (1-1), que le permite seguir como líder en lo alto de la tabla tras superar uno de los partidos más complicados que le quedaban esta temporada. De poder a poder, dos verdaderos aspirantes. El meta se hizo gigante en el minuto 5 en un cabezazo de Pablo Fernández y en el 92 en un remate de Borja para negar el triunfo a los catalanes. Manos decisivas en momentos llave. También incidió sobre manera en el duelo el zurdo al reanudarse la segunda parte. Una carrera y un gol marca de la casa que hicieron soñar al Dépor. Escuece el empate, que rompe la racha de siete triunfos, pero es justo y adquirirá valor con el paso del tiempo. Combate nulo que dice y cuenta mucho para el Dépor. Sigue en la parte alta, con todo apretado, las alternativas apelotonadas y el Barcelona B pisando fuerte en las últimas semanas. A pelear hasta el verano.

Iba a ser el partido más límite del Dépor en dos meses e Idiakez, confinado en la grada, no se podía permitir ni el más mínimo margen. El máster de un par de semanas de Dani Barcia había acabado y le tocaba a Pablo Martínez acomodarse junto a Pablo Vázquez para poner pierna dura, para librar cada una de las batallas del balón parado. El resto del equipo no cambiaba. Lo que sí variaba era lo que tenía enfrente.

Se medían primero contra segundo, pero incluso un neófito en Primera RFEF, se habría dado cuenta de que era un duelo entre iguales. Había desaparecido esa superioridad aplastante de los coruñeses en los dos últimos meses. El Nàstic lo tenía estudiadísimo, hasta parecía que recitaba por bajo la lección cada vez que el Dépor hacía un movimiento en el terreno de juego. Presión arriba, ritmo, impedir las transiciones, vigilancias extremas a Lucas, Yeremay y Mella... Por momentos, era casi un marcaje al hombre. El Dépor se encontraba, con diferencia, ante el mayor reto de la temporada. Todo con un estadio rugiendo y empujando.

Y los coruñeses aguantaron el tipo, pero lo pasaron mal. Pablo Fernández tuvo una clarísima en el minuto cinco. Soberbia mano de Parreño. Los saques de esquina se multiplicaban en ambas áreas. Pero los catalanes eran los que dominaban. Marc Fernández tuvo un par de oportunidades en los minutos 16 y 28. Un vendaval que parecía a la vez un reloj suizo en su entramado defensivo.

El Dépor, en cambio, tenía que ser otro para domarlo. Le echaba paciencia, no era fácil. Buscaba enfriar el partido sacándola jugada con calma desde atrás. No era capaz de ganar metros ni de enlazar con su cuarteto de arriba. Lucas, Mella y Yeremay estaban perfectamente tapados. Tiraba también de balones largos para mezclar, para respirar y para ver si podía aprovechar alguna segunda jugada. No hubo ni media ocasión del Dépor, aunque es verdad que a partir de la media hora mejoró su juego. Yeremay se pudo dar la vuelta y hacer una conducción, Mella enfiló al menos una vez la línea de fondo. A cuentagotas iba apareciendo, lo que le dejaban. No iba a ser nada fácil tampoco en la segunda mitad.

Descanso terapéutico

El Dépor tocó dos piezas y la máquina arrancó. Ya había avisado en los primeros segundos con una recuperación y una acometida en la que Lucas no estuvo fino en el pase. A la siguiente ya no perdonó. Volvió a ajustar la presión, Mella robó una pelota, Barbero hizo del Lucas asistente y por ahí entró al canterano como una flecha. Ahí ya no cojeaba. Para cuando algún deportivista quiso abrir de nuevo los ojos, la pelota ya estaba en la red. Otro gol del juvenil. 0-1, minuto 48. Inmejorable. El Dépor de los derechazos a la lona había vuelto.

El Nàstic acusó el golpe. Era lógico. Había tenido más ocasiones, había hecho una primera parte casi redonda, salvo en el remate. No estaba siendo justo el fútbol con él, pero claro, estaba ante el Dépor, ante este Dépor. Estuvieron aturdidos un buen puñado de minutos los catalanes. Por mucho que el equipo coruñés quisiese echar hielo al duelo, que pretendiese defender con la pelota y buscar ese 0-2, la tendencia llevaba a que el Nàstic se recuperase del sopapo y, empujado por la grada, acabase embotellando al Dépor.

Pero, aunque el sufrimiento era inevitable, la verdad es que el Dépor lo regateó durante muchos minutos. Sí que había arrancadas, sí que subían los decibelios del Nou Estadi, pero no disfrutaba de oportunidades claras el equipo local. Rondaba, porfiaba. No era capaz de traducir ese torrente en peligro para Germán, como sí había sido capaz en el primer acto. Quizás solo le faltó algo de colmillo a los coruñeses.

El empate, un accidente

En el medio de esa calma tensa, llegó un leve accidente: una salida en falso de Villares a la presión, que el Nàstic aprovechó para transitar.El centro de David Concha buscó la cabeza de Pablo Fernández en el segundo palo. Estaba algo solo, el remate fue inapelable. 1-1, minuto 78. Dolía, era justo, Lo más inquietante es que podía ser peor. Un cuarto de hora para caer, despertar fantasmas del pasado y reencontrarse con la derrota.

Tampoco lo pasó mal el Dépor en ese tiempo. Mucho balón al área, mucho despeje. Se multiplicaban los saques de esquina y las faltas laterales, pero nada. Hasta que llegó el susto. Tremendo sobresalto. Una pelota filtrada acabó en los pies de Borja en el minuto 92 y su disparo parecía ir directo a la escuadra. Pero apareció de nuevo la mano de Germán Parreño. Tarragona no es Fuenlabrada, este Dépor es otro. Una igualada que suma para el Dépor.