Cambio climático, cuotas y vetos llevan al primer trimestre de la Lonja a ser el peor en diez años

Entre enero y marzo se descargaron 3,07 millones de kilos, frente a los 8,6 de 2015

La temperaturas más alta del agua aleja a los peces de sus bancos tradicionales

El recorte del jurel deja al puerto sin el 25% de sus descargas

Puestos de venta de pescado en el mercado de la plaza de Lugo. |   // IAGO LÓPEZ

Puestos de venta de pescado en el mercado de la plaza de Lugo. | // IAGO LÓPEZ / José Manuel Gutiérrez

Las cifras de descargas de pescado en la Lonja de A Coruña durante el primer trimestre del año reflejan una fuerte caída con respecto no solo al mismo periodo de 2023 sino a la mayoría de la última década. Los 3,07 millones de kilos que se subastaron solo son solo comparables con los 3,3 millones de 2022, ya que se quedan muy por debajo de las cantidades obtenidas en años precedentes, con 2015 como el mejor de los últimos diez al alcanzarse los 8,6 millones, aunque en otros ejercicios se llegó a los 7,7 y en dos de ellos se superaron los seis millones.

Los efectos del cambio climático sobre las especies marinas, el veto a la pesca en las aguas profundas, la reducción de las cuotas a la flota coruñesa y la disminución de los efectivos de la misma por la falta de rentabilidad y la dificultad para encontrar tripulantes son algunas de las causas de esta situación, según los responsables de la Lonja.

“Se nota mucho que la temperatura de las aguas es cambiante, porque no están las mismas especies en los mismos sitios que otros años, donde antes aparecía la bacaladilla en los meses de enero y febrero ahora este año no la encontraron y luego apareció más al este”, explica Juan Carlos Corrás, presidente de la Lonja, quien añade sobre la caballa que “normalmente llega antes, pero este año tardó mucho en llegar y no lo hizo con mucha abundancia, sino con bancos sueltos”.

Las alteraciones climáticas se hacen patentes a diario, según los profesionales del sector. “Los patrones nos dicen que las temperaturas en el fondo están un grado o dos más elevadas”, comenta Corrás, quien expresa su deseo de que el próximo verano haya “una buena costera de bocarte porque el año pasado no lo fue”. Javier Mariñas, presidente de la Cofradía de A Coruña coincide en este diagnóstico, ya que considera que “este año está siendo muy malo, de los peores que se recuerdan. Hay mucho menos marisco y estamos notando puestas de huevas fuera de tiempo por el cambio de la temperatura del agua que hacen que las crías sean de peor calidad y tengan una alta mortalidad, como pasa con el erizo y el percebe”.

Asegura que esta situación también se nota con las algas “porque el fondo tenía que estar cubierto en abril y ahora está blanco”. Explica que “al no haber algas y microorganismos, los peces no entran a comer en los bancos de pesca”.

Pero aún hay más consecuencias del cambio climático. “Desde septiembre y octubre ha empezado el tren de borrascas por la corriente de El Chorro y se ha notado muchísimo el mal tiempo, nunca ha habido tantos días con tan mal tiempo, ya que incluso en abril ha habido temporales”, señala Corrás.

Tren de borrascas

Según detalla, “antes en diciembre y enero había una semana o dos de mal tiempo y se acababa, pero ahora cada quince días o un mes hay un tren de borrascas que impide trabajar porque hay mucho oleaje y viento, por lo que debemos llevar diez días o quince de parada cuando antiguamente eran cuatro o cinco”. La repercusión del mal tiempo sobre las subastas es clara, ya que “si durante la semana la facturación diaria es entre un millón y un millón y medio, con temporal no llegas a los 400.000 euros en primera venta”, apunta el presidente de la Lonja.

Corrás también destaca los efectos negativos que tiene para el puerto de A Coruña el recorte de la cuota del jurel, que ya se sufrió el año pasado y que rebaja en un 90% las capturas que se realizaban en años anteriores. “En los años 2018 y 2019 se descargaban 13.000 toneladas y el año pasado fueron solo 1.300” afirma el presidente de la entidad, que calcula que esa especie proporcionaba “entre el 25% y el 30% de las descargas del puerto”.

Pone además de relieve que este año los barcos dedicados a esta especie fueron obligados a hacer una parada en enero y febrero pese que ya lo estaban desde noviembre al haber agotado la cuota de sardina. “Al abrirse la pesquería de la caballa y el bocarte, la gran mayoría de ellos se desplazaron a Cantabria y Asturias, cuando antes esperaban a que llegaran aquí, por lo que ya descargan allí y se pierden esas capturas”, se lamenta.

Las abundantes capturas de sardina, que rondaron los 4,5 millones de kilos, suplieron el año pasado en parte la falta de jurel, por lo que la flota del cerco centrará este verano sus esperanzas en esa pesquería, aunque Corrás advierte de que las ganancias estivales no cubrirán las pérdidas de todo el año porque el precio que se obtiene en ese periodo no se mantiene el resto de meses.

La prohibición impuesta a la flota gallega de pescar en caladeros de fondo obliga a los barcos a desplazarse a otras zonas situadas a treinta o cuarenta millas más lejanas, pero no hay la misma pesca que en las vetadas y además son menos rentables por el mayor gasto de combustible, según refieren los armadores.

La continuidad de la llegada de entre 140 y 150 entradas de barcos y camiones de pesca de bajura y de litoral de otros puertos de Galicia y el Cantábrico permite a la Lonja sostener parcialmente sus cifras de venta. La existencia de un buen mercado de pescado fresco atrae a numerosos compradores como placeras y grandes superficies comerciales que proporcionan notables ingresos a la entidad. “Los precios de subasta son buenos porque hay poco pescado, aunque siempre hay épocas del año en las que hay competencia del pescado de importación y bajan los precios”, expone Juan Carlos Corrás.

A la falta de rentabilidad que aprecian los armadores se suma otra dificultad: la imposibilidad de captar tripulaciones para los barcos. “Como no hay marineros se recurre a los indonesios, pero solo se permiten para la flota de altura, por lo que acaban deshaciéndose de los barcos”, explica. Como el nuevo Fondo Europeo Marítimo de la Pesca y la Acuicultura no cuenta con ayudas para desguaces, muchos barcos se venden a otros países, sobre todo africanos. “De la flota gallega de los 400 barcos de Gran Sol de 1986 deben quedar 70, y de arrastre de litoral en 2006 eran 130 y ahora no llegan a 60 a nivel nacional, de los que en Galicia son la mayoría”, apunta el presidente de la Lonja.

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