Edificios de nueve alturas en Batería

La Fundación Marta Ortega afianza su actividad cultural en el muelle coruñés, en donde el plan general, pendiente de revisión, permite edificaciones elevadas, hoteles y oficinas

Nave y silos usados por la Fundación Marta Ortega en el muelle de Batería, con la ciudad al fondo.   | // IAGO LÓPEZ

Nave y silos usados por la Fundación Marta Ortega en el muelle de Batería, con la ciudad al fondo. | // IAGO LÓPEZ / R. D. Rodríguez

El muelle de Batería, en el centro de la ciudad a la altura de los jardines de Méndez Núñez, se abre a un uso cultural permanente con la solicitud de concesión presentada por la Fundación Marta Ortega Pérez para la ocupación de superficie e instalaciones en las que desarrollar eventos y actividades. Se hace sin necesidad de perder la titularidad pública de los terrenos, como estaba previsto en el plan general y los convenios de 2004, suscritos por el Concello, la Xunta, el Estado y la Autoridad Portuaria de A Coruña para contribuir a financiar el puerto exterior con la venta de los muelles interiores. Los acuerdos están pendientes de revisión, al igual que el plan general de 2013, que aún prevé que se instalen usos terciarios y hoteleros en las dársenas del centro, con edificios de hasta nueve alturas.

El plan general refleja que el ámbito ocupado por los muelles de Batería y Calvo Sotelo tendría un 88% de su superficie destinada a uso terciario o servicios y un 12% a terciario-hotelero, con una tipología edificatoria para ambos usos “en edificio exclusivo”, con bloque abierto sin parcela en torno al inmueble. La altura máxima de la edificación permitida es de nueve plantas. La Fundación MOP ha hecho uso hasta ahora de una nave rehabilitada que no alcanza esa altura —además de unos antiguos silos— en la que ha organizado las muestras, dedicadas a los fotógrafos de moda Peter Lindbergh, Steven Meisel y Helmut Newton, esta aún abierta hasta el próximo 1 de mayo.

El convenio de 2004, incorporado posteriormente al plan general de 2013 para desarrollar una nueva ordenación urbanística para los terrenos de la zona 1 que se desafecten por la pérdida de su función portuaria, recoge la asignación para dicho espacio de “usos institucionales y lucrativos terciarios”. La edificabilidad asignada como lucrativa terciaria, es decir la superficie en la que se puede construir, se reparte en un total de 34.458 metros cuadrados con los siguientes usos: 18.090 para centro comercial o de ocio, 8.615 para hotel y 7.753 metros cuadrados para oficinas.

El mismo convenio señala también que, una vez trasladada la actividad portuaria a la dársena exterior de punta Langosteira, el Puerto, como titular de los muelles, se compromete a ceder al Ayuntamiento equipamientos públicos para la prestación de servicios sanitarios, asistenciales, educativos, deportivos o culturales, así como espacios libres públicos destinados a parques y jardines y áreas de ocio, expansión y recreo para los ciudadanos.

Por otro lado, el plan que el prestigioso urbanista Joan Busquets diseñó para la planificación de los muelles interiores una vez que estos estuviesen liberados, encargado directamente por el Ayuntamiento a mediados de la primera década de este siglo, señalaba que Batería y sus instalaciones daban “una buena medida de su potencial al servicio de los ciudadanos y como receptores de actividad urbana”. El mismo documento proponía la creación de “nuevos espacios ciudadanos” abiertos al mar para ofrecer “un magnífico mirador hacia la ciudad antigua desde el centro de la bahía”.

El proyecto de Busquets, que finalmente no se desarrolló, liberaba de construcciones el frente del muelle de Batería salvo tres pequeños inmuebles junto al mar. Las maquetas presentadas por el estudio del arquitecto, para tres alternativas diferentes, rodeaban estos edificios con elementos que aparecen plasmados como zonas verdes.

Busquets defendía que este muelle y el de Calvo Sotelo fueran “un espacio al que vaya la gente a pasear”, como así ocurre en la actualidad desde que el Puerto permite el tránsito de personas en esta zona y en el muelle Transatlántico. El urbanista proponía para esta zona actividades “culturales, corporativas y que puedan utilizar la mayoría de las personas, con mucho espacio libre”.

Era partidario de mantener solamente las edificaciones de los silos del Cantábrico y el mareógrafo, que aún se conservan: los primeros los ha usado la Fundación Marta Ortega para la habilitación de una cafetería y una tienda durante sus exposiciones y el segundo permanece en Calvo Sotelo.

La definición de usos en la fachada marítima de la ciudad es uno de los aspectos que las administraciones deben acordar en la ronda de nuevos contactos sobre la ordenación de los muelles que se han comprometido a tener después de interrumpirlos hace dos años. Entre esos asuntos estaría la vigencia de los convenios de 2004 que recogen usos en Batería y las demás zonas portuarias.

Sobre esta cuestión hay dos posturas opuestas: el Concello, que propuso en 2021 elaborar un nuevo convenio pero aún no lo ha hecho, considera que los acuerdos ya no están vigentes, al apoyarse en que no fueron publicados en el Boletín Oficial del Estado ni se sometieron a exposición pública y en que, según el Tribunal Supremo, los acuerdos urbanísticos tienen una vigencia de quince años, periodo que ya ha pasado; el Puerto defiende que continúan en vigor porque resuelven la financiación de las obras del puerto exterior, que han generado una deuda a la entidad que el Estado se ha negado a perdonar. En el mandato anterior, los grupos del BNG y Marea Atlántica (este ahora fuera de la Corporación) se oponían también a la vigencia de los acuerdos, aunque Marea advertía de que sus disposiciones permanecen incluidas en el planeamiento urbanístico.

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