Tarling se luce en el paseo de Vingegaard

El joven corredor del Ineos se impone en la contrarreloj inaugural de O Gran Camiño en la ciudad, deslucida y con tiempos anulados para la general por el mal tiempo

El doble ganador del Tour no corrió riesgos en el recorrido de 15 kilómetros

Marcos Otero

Marcos Otero

Joshua Tarling, galés de 20 años, campeón británico y de Europa de contrarreloj, se impuso en lo que iba a ser la etapa inaugural de O Gran Camiño. Iba a ser porque la crono de 15 kilómetros bordeando la costa coruñesa se quedó en una prueba sin consecuencias para la general. El temporal que golpeó la ciudad derivó en una jornada de exhibición para aquellos que quisieran lucirse. Tarling fue de los que se lo tomó en serio y Vingegaard, el doble campeón del Tour que ha vuelto a Galicia para repetir título y abrir la temporada, de los que optó por darse un paseo como hacen muchos vecinos coruñeses y turistas entre la Torre de Hércules y O Portiño.

A Coruña acoge la etapa inicial de O Gran Camiño

Iago López

El día no pintaba nada bien desde muy temprano. La lluvia y el viento, sobre todo el viento que sopló con fuerza en el litoral coruñés, comprometieron la contrarreloj inaugural de la prueba. Hubo cónclave entre los directores de los equipos participantes, que entendían que existía demasiado riesgo para disputar una etapa de esas características. Si hubiera sido una convencional, una en línea con llegada al esprint a los pies de la Torre, por ejemplo, a los líderes ni les habría dado el aire en la cara, protegidos entre el pelotón y sus compañeros. Pero era una crono individual y la tendencia en el ciclismo contemporáneo conduce a minimizar todo lo posible los peligros, más si cabe si hay involucrados grandes nombres del pelotón internacional y se trata de una carrera que da sus primeros pasos como lo es O Gran Camiño.

Los directores votaron y el resultado fue que se competiría con bicicletas de ruta. Las de contrarreloj, más agresivas, más aerodinámicas, se quedarían en los camiones para evitar riesgos. Eso no fue lo único, porque también acordaron que los tiempos no contarían para la general. Habría un ganador, pero prácticamente honorífico en una jornada que todo hacía pensar que se disputaría casi como un critérium de exhibición. Al organizador no le quedó más remedio que tragar con una decisión que dejó el espectáculo en un cajón.

Compitieron los ciclistas que quisieron hacerlo, a algunos se les vio implicados y a otros no. Fue una lástima, porque el recorrido era atractivo y porque con el avance del día las condiciones fueron mejorando. No les cayó ni una gota a los corredores. A ninguno. Pero pesaron más las precauciones de la mañana, cuando alguno se fue al suelo en el reconocimiento. Hizo viento, eso sí, especialmente en algunos puntos. Los ciclistas volaban en la zona frente a la Domus en dirección a Riazor, con el aire a su favor, y se retorcían en sentido contrario, cuando les tocaba volver de regreso a la Torre para afrontar el repecho final.

Hubo quien se exigió, como el jovencísimo Joshua Tarling, llamado a convertirse en el dominador de la disciplina. Campeón británico y de Europa de la modalidad, y tercero en el pasao Mundial, el corredor del Ineos se llevó la victoria honorífica sin aparente esfuerzo con un tiempo de 18 minutos y 21 segundos. Aventajó en más de 40 a Darren Rafferty (Education First) y le hubiera metido una minutada a Jonas Vingegaard (Visma). El danés acabó a casi dos minutos y medio.

El campeón del Tour apenas tomó riesgos en la que era su puesta de largo en 2024. Tan relajado se le vio que hasta su todopoderoso equipo se permitió el lujo de bromear a través de las redes sociales. “Jonas terminó su crono ileso”, escribió el conjunto neerlandés tras una jornada atípica.

Sería complicado descifrar qué intenciones hubiera tenido el danés si los tiempos hubieran contado para la general, y más después de convertirse en un especialista en el pasado Tour en una contrarreloj en la que arrasó a Pogacar. Se trata de un ejercicio de ciclismo-ficción, pero el joven Tarling ya partía como favorito y cumplió los pronósticos en el simulacro disputado entre el paseo marítimo, Os Rosales y O Portiño.

Tuvo poca historia salvo el pedaleo constante del británico, que montó un enorme monoplato para rodar a una media cercana a los 50 kilómetros por hora en una bicicleta convencional. Son cifras considerables, que ponen en cuestión la decisión de anular los tiempos y la manera en la que en el seno de las carreras se afrontan situaciones extremas como las de hoy. El británico se impuso a Wilco Kelderman, compañero de Vingegaard y dominador parcial durante buena parte del recorrido hasta que fueron cayendo los tiempos de Barta, Xabier Azparren y el propio Tarling.