Hockey sobre patines | David Torres Capitán del Liceo

“En un Liceo-Barça desaparece todo, no existen puntos ni clasificaciones”

“Este año parecía que nos íbamos al precipicio, pero ya estamos otra vez ahí”

Dava Torres, capitán del Liceo, en el vestuario del equipo en el Palacio de Riazor.

Dava Torres, capitán del Liceo, en el vestuario del equipo en el Palacio de Riazor. / Carlos Pardellas

Dava Torres (A Coruña, 1994) abre a LA OPINÓN las puertas del vestuario del Liceo a menos de 48 horas para el partido que ambos disputarán mañana en el Palacio de los Deportes de Riazor. Allí se han fraguado los éxitos recientes, pero también la recuperación que ha llevado a los verdiblancos a su mejor versión después de quedarse fuera de la Copa del Rey. Quedan cinco partidos hasta el final de la liga y el duelo frente a los azulgrana puede marcar otro hito en ese camino del equipo coruñés hacia la segunda plaza en la que su capitán está convencido que acabarán.

¿Qué siente cuando entra día a día en este vestuario?

Lo pensaba viniendo para aquí: ¡Qué suerte! Yo me siento, aunque sea un tópico, súper afortunado. No tengo duda que es el lugar donde quiero estar. El ver que este camino en el Liceo se alarga y que todavía es presente y futuro, a mí me hace sentir súper bien.

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Dicen que el camino a Riazor es el más bonito del mundo. ¿Al Palacio también?

Vivo en la zona más bonita de la ciudad, bajo, paseíto con mi perro, viendo el sol, y vengo al Palacio. Los días de lluvia no es lo mismo, pero... como coruñés, entrar en el vestuario del Liceo es lo mejor. Lo dije diez mil veces y lo voy a seguir diciendo. Lo creo firmemente.

¿Cómo se vive en el vestuario un día de partido contra el Barça?

Cada uno es un mundo. Yo creo que esos días es cuando estoy más alegre. Suelo llegar contento porque es el partido esperado. Yo, como capitán del Liceo, el partido del Barça es el primero que marco en el calendario. Es el que quieres jugar por todo lo que representa. Es cierto que después, esa alegría, esa felicidad, se va transformando en seriedad, en concentración, y cuando llega el momento antes de salir al partido, ya estás con el cuchillo entre los dientes.

¿Hacen lo mismo de siempre o cambian algo?

Solemos hacer lo mismo. Tampoco es un patrón 100% repetitivo. El día del partido es como los exámenes, tienes que llegar con las cosas ya aprendidas. La charla es más bien mensajes claros que Juan quiere marcarnos, recordar cosas, últimos apuntes. Nosotros somos unos motivados siempre. Entramos a darlo todo desde el minuto uno contra el primero y contra el último. Y eso se nota mucho. Es la razón de por qué el Liceo nunca cae del todo. Este año parecía que nos íbamos al precipicio y había gente que estaba contenta. Pero ya estamos otra vez ahí, a cinco partidos de final y a tres puntos del segundo.

¿Se le exige demasiado al Liceo?

Siempre hay que mirar el lado positivo. En el Liceo la gente exige porque el Liceo es un equipo que tiene que estar disputando títulos. Temas económicos, temas de lesiones, temas de lo que sea, al aficionado no le vale. Cuando juegas con la verde, que es una curva de aprendizaje que tienen los nuevos, la exigencia es enorme. Porque nosotros somos el Liceo. Después, de puertas para adentro, la derrota la podemos entender como algo normal. A mí que la gente exija no me molesta, me motiva. No hay nada que me motive más que me digan que hay algo que no puedo hacer. Pero hay que abrir el ángulo. El Liceo empezó con la final de la Supercopa, que ya parecía que era para el Reus. Nos hemos caído y estamos otra vez arriba. Entonces... como siempre: que sigan hablando.

¿Qué le dolió más?

A nivel deportivo por supuesto quedarnos fuera de la Copa. No hay ninguna duda porque era un objetivo claro, no solamente estar sino competir por ella. Seguro que si nos hubiéramos clasificado la habríamos disputado seriamente y habríamos sido un candidato para estar jugando esa final, pero las cosas se dieron como se dieron. Con respecto a lo personal a mí me dolió que Bruno se lesionara en su primera. Cuando a los malos resultados acompañan malos momentos personales de compañeros es más complicado. Pero me gustaría recalcar que esos malos momentos nos ayudaron a ser mejores, porque ahora somos un grupo más unido. En ningún momento hubo una mala cara, en ningún momento nos bajamos de barco y el grupo permaneció intacto.

Quedan cinco partidos (Barça, Reus, Voltregá, Alcoi y Noia) en los que en la primera vuelta solo consiguieron 3 puntos de 15 posibles.

En la primera vuelta esos partidos vinieron en el peor momento de todos. Si me preguntas en la primera vuelta y hago un ejercicio de objetividad, te diría que son muy difíciles y veremos qué somos capaces de sacar. Ahora creo que estamos preparados para ganarlos todos y estar en lo más alto.

¿Después de lo de la Copa, miran hacia abajo, es decir, asegurar primero el ‘play off’?

Ni he mirado a cuánto está el noveno— coge el móvil y comprueba—. Vale, tenemos al Sant Just a diez puntos. Pero en estos momentos yo no miro si me quedo fuera del play off, yo lo que quiero es la segunda plaza. Estamos a tres puntos de ella y uno de los cinco partidos que nos quedan es contra el Noia, que es el segundo. Nunca me escondo. Cuando nos quedamos fuera de la Copa dije que íbamos a acabar segundos. Y a día 22 de marzo lo sigo diciendo.

Mientras el Liceo descasó tres semanas, el Barça jugó la Copa, Champions y un partido de Liga. ¿Les beneficia o les perjudica?

Depende. Es absurdo no destacar que ellos vienen mermados físicamente —sin Pau Bargalló y probablemente sin Xavi Barroso— que seguramente se deban a la carga de partidos que han tenido. Pero nosotros vamos a estar con los cinco sentidos como si estuvieran los Globertrotters, porque los que vengan van a correr seguro.

El último partido contra el Barça le plantaron cara. ¿Fue un mensaje al mundo o un ejercicio de autoconvencimiento?

Nos habían metido dos palizas en una semana y en el partido de Champions no nos jugábamos nada pero queríamos acercarnos. Tenemos la capacidad de competir contra cualquiera y contra el Barça, en dos partidos de cuatro que hemos jugado, hemos estado a un gol. El planteamiento de esa semana fue como si no estuviéramos jugando la vida. Yo hablo por mí y mi padre me decía una cosa, que era que hiciera las cosas por mí, no por lo que pensasen los demás. En un Liceo-Barça, como jugador de Liceo, todo lo demás desaparece. No existen clasificaciones, puntos... es un Liceo-Barça, es el partido más chulo que puedo jugar.

Los dos últimos Liceo-Barça en el Palacio acabaron mal. En el de Champions, hace unas semanas, estuvo un buen rato al terminar discutiendo con Edu Castro, el entrenador azulgrana. ¿Qué pasó?

Edu Castro y yo estamos de súper amigos. Fue un partido movido y estábamos comentando cosas. No estoy orgulloso de que esos partidos hayan acabado mal. Pero sí que creo que nuestras opciones pasan por dar nuestro 100%. Y cuando vas al 100%, a veces hay acciones que están cerca del límite. Solo comentábamos esas cosas.

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